La inteligencia artificial puede resultar un arma insidiosa de desinformación masiva. Sin embargo, su impacto sigue siendo limitado, según un informe firmado conjuntamente por científicos de la EPFL que analiza el centenar de elecciones que tendrán lugar en todo el mundo en 2024.
Desde Taiwán hasta Estados Unidos pasando por Senegal, la IA ha estado en el centro de las campañas políticas, señala la EPFL en un comunicado de prensa. Entre “deepfake” y “chatbot”, el mal uso de las tecnologías desestabiliza la confianza del público en la información difundida por los medios, sean los que sean, desde las cadenas de televisión hasta las redes sociales.
Al analizar las distintas campañas y los resultados electorales con especialistas locales, varios expertos señalan que AI en realidad no ha modificado los resultados de las elecciones. Por lo tanto, su impacto siguió siendo limitado. Sin embargo, la proliferación de contenidos manipulados, amplificados por algoritmos, ha contribuido a la fragmentación de opiniones y ha alimentado un clima de desconfianza generalizada.
En Suiza también
Los deepfakes, contenidos audiovisuales generados artificialmente para imitar a personas reales, marcaron el año electoral tanto en Estados Unidos como en Suiza. En el informe, los investigadores recuerdan que, de cara a las elecciones federales de 2023, el consejero nacional del UDC de Argovia, Andreas Glarner, había creado un vídeo deepfake de su rival política Sibel Arslan.
Otro ejemplo, citado en el informe, señala que políticos como Donald Trump describen sistemáticamente la información que los presenta de manera desfavorable como “falsificaciones profundas”. Mientras que en India o Indonesia el uso de la IA generativa ha traspasado nuevas fronteras, figuras políticas fallecidas han sido “resucitadas” en forma de avatares digitales para influir en los votantes.
Mayores capacidades
La historia de la manipulación digital con fines propagandísticos no es nueva. Pero la IA ha multiplicado sus capacidades. Durante los períodos electorales, la producción masiva y la rápida distribución de contenidos sintéticos -ya sean vídeos, imágenes o textos- socavan la confianza del público.
Además, los autores del informe observan una falta de regulación que, en consecuencia, ha permitido la proliferación de contenidos manipuladores, lo que ilustra un vacío legal.
El análisis fue realizado por la Iniciativa para la innovación en medios (IMI) con sede en la EPFL. Se publica en el primer número de su revista “Décryptage”.
Entre las recomendaciones de los expertos está el desarrollo de herramientas de trazabilidad y detección de contenido sintético. También se destaca la importancia de la regulación internacional y la rendición de cuentas de los actores tecnológicos. Finalmente, el informe destaca el papel crucial de los gobiernos, las empresas y la sociedad civil en la creación de un entorno digital ético y seguro.
ats/vkiss