Hace unas semanas, la posibilidad de una donación de cien millones de dólares (121 millones de euros) del hombre más rico del planeta a Reform UK hizo saltar a los conservadores, que temían este acercamiento.
El vicepresidente de los Tories, Dominic Johnson, acusó a Elon Musk de “comprar” el partido de Nigel Farage, cuyo impulso en las últimas elecciones legislativas contribuyó a la debacle de los conservadores, y que muestra sus ambiciones para las próximas elecciones legislativas en 2029.
El riesgo para los conservadores de ser superados por la extrema derecha es muy real, siguiendo una tendencia observada en Europa, considera Russell Foster, profesor de ciencias políticas en el King’s College.
“Personas como Elon Musk, Donald Trump, Nigel Farage (…) odian realmente a la derecha tradicional”, a la que acusan en particular de haberse vuelto demasiado liberal en cuestiones sociales. Los partidos conservadores en dificultades en Europa “no fueron destruidos por la izquierda o el centro, sino porque se desarrollaron más movimientos de derecha”, añade.
Preocupación en Estados Unidos: Elon Musk anuncia una lista de puestos que quiere eliminar, “es su manera de intimidar a la gente para que renuncie”
Estado “tiránico”
Por el momento, Elon Musk ataca principalmente al gobierno laborista de Keir Starmer en su red social X. Y esto desde las revueltas antiinmigrantes e islamófobas que estallaron el verano pasado en el Reino Unido. El fundador del espacio.
Un discurso muy popular entre los influencers de extrema derecha británicos, readmitido en X desde su adquisición por parte de Musk en 2022.
También desaconsejó viajar al Reino Unido, acusando al Gobierno, obligado a liberar a algunos detenidos por falta de espacio carcelario, de “liberar a pedófilos para dejar espacio a personas condenadas por sus mensajes en las redes sociales”.
Y respaldó una petición en X para nuevas elecciones generales, acusando al Partido Laborista de dirigir “un estado policial tiránico”.
Elon Musk “parece creer que tiene una misión contra el establishment”, subraya Russell Foster, y esto “en un contexto en el que los británicos ya no tienen confianza en su gobierno, en sus instituciones”.
Para algunos observadores, esto también estaría motivado por el deseo del gobierno británico de endurecer la legislación sobre las redes sociales. Este verano, a raíz de los disturbios contra la inmigración, Keir Starmer denunció la violencia “claramente alimentada en línea”.
Luego, Keir Starmer no invitó a Musk a una cumbre de inversión extranjera en septiembre. Una afrenta que el multimillonario vivió mal, según familiares citados en los medios.
Pero la situación se ha complicado desde la elección a la Casa Blanca de Donald Trump, de quien Elon Musk se ha vuelto inseparable.
Sobre todo porque los laboristas, históricamente más cercanos a los demócratas, se han esforzado en los últimos meses por establecer contactos con los republicanos. Starmer se reunió con Trump en septiembre en Nueva York.
Un portavoz de Downing Street aseguró que Keir Starmer “esperaba trabajar con el presidente Trump y todo su equipo, incluido Elon Musk”.
“Starmer es muy consciente de que no puede alienar al futuro presidente estadounidense” y que para “mantener esta ‘relación especial’, independientemente de quién ocupe la Casa Blanca, debemos ser amables con Washington”, subraya Russell Foster.
El ex ministro laborista Peter Mandelson, candidato a convertirse en embajador en Estados Unidos, dijo que era “imprudente” ignorar a Elon Musk y pidió al Partido Laborista que “se trague su orgullo” y ponga fin a esta “disputa”. Aunque eso signifique, según él, pedirle a Nigel Farage que renueve los vínculos con el turbulento multimillonario.