175 países se reúnen en Corea del Sur durante toda la semana para decidir el futuro de la producción de plástico en el mundo. Y no hay consenso sobre la cuestión. Para Córcega, una de las dos islas más contaminadas del mar más contaminado del mundo, hay mucho en juego.
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Anualmente, los 22 países ribereños del Mediterráneo producen 24 millones de residuos plásticos. Estas son las alarmantes cifras publicadas por WWF, que realizó un amplio estudio sobre este tema en 2018.
Y más de 600.000 toneladas, ni enterradas, ni incineradas, ni recicladas, contaminan el fondo marino cada año. Actualmente, en el Mediterráneo flotan 247 mil millones de piezas de plástico, según el Fondo Mundial para la Naturaleza, que habla de“un torrente de plástico”.
Desde este estudio, de hace varios años, nada ha cambiado realmente. Como tal, en 2023, elIfremer, organización encargada de vigilar el estado de salud del medio marino, recordó que hay 40 veces más microrresiduos flotando en el Mediterráneo que en el Golfo de Vizcaya.
Es, según WWF, el mar más contaminado del mundo.
Córcega, según WWF, sería la isla más afectada por esta contaminación, junto con Creta.
Las consecuencias de esta contaminación sobre la fauna y la flora marinas son ampliamente conocidas y documentadas.
Sin embargo, no se ha hecho nada significativo para revertir esta tendencia.
Baste decir que, para las costas de Córcega, como para el resto del mundo, lo que está en juego en la conferencia que se inauguró el lunes 25 de noviembre en Corea del Sur es importante.
Delegados de 175 países se han reunido para una ronda final de negociaciones con la esperanza de alcanzar un tratado global para ayudar a abordar la contaminación plástica.
El problema es que la postura de los Estados respecto de la postura a adoptar dista mucho de ser alineada.
Dos bandos chocan:
- La que a veces se denomina HAC, o coalición de grandes ambiciones. Reúne a unos sesenta ESTADOS, incluidos los de la Unión Europea. Y abogan por una solución sólida, que no se centre sólo en las cuestiones de recogida y reciclaje, sino que tenga en cuenta “el problema en la raíz”según la expresión utilizada por Agnès Pannier-Runacher, ministra francesa de Transición Ecológica. Esto implicaría, en particular, repensar el diseño mismo de los plásticos para facilitar su reciclaje.
- El segundo bando pretende evitar limitaciones excesivas y preferiría simplemente repetir los compromisos habituales en materia de gestión de residuos. No sorprende que esté liderado por Estados que son grandes productores de petróleo, una de las materias primas utilizadas para la fabricación de plástico.
Al final de una COP 29 nada atrevida, los observadores no ocultan sus dudas sobre un consenso al final de una semana de discusiones sobre las que también existe una gran incertidumbre, mientras que dos pesos pesados, Estados Unidos y China, aún no lo han hecho. dieron a conocer su posición sobre el tema.