En la novela de ciencia ficción “Las consecuencias de la máquina” de FG Rayer, el héroe, Mantley Rawson, inició una guerra atómica al tomar la decisión de disparar mientras se encontraba en la mesa de operaciones para una cirugía. Cuando se despierta en un mundo muy destruido, se da cuenta de cómo todos los que conoce se saludan diciendo “maldito el nombre de Mantley Rawson”. Esto es lo que a su vez merece Joe Biden tras su decisión penal. Antes de abandonar la presidencia de Estados Unidos, habrá entregado el destino del mundo a la escalada hacia la guerra nuclear. Otorga a Zelensky el derecho de disparar profundamente en territorio ruso. Él lo hará. Todo lo empuja allí. Porque la llegada de Trump deja claro que el nuevo presidente americano intervendrá para poner fin a la guerra en Europa. Y esto se hará necesariamente a partir de un alto el fuego sobre las posiciones adquiridas. Y mientras la invasión rusa continúa desfavorablemente para los ucranianos estos días, Zelensky debe recuperar su equilibrio infligiendo los golpes más duros a los rusos. En cuanto a los rusos, saben que Trump detendrá la guerra controlando las armas de Ucrania. Por lo tanto, Putin se siente seguro de poder aprovechar la mayor ventaja antes del alto el fuego. Está redoblando su apuesta por Ucrania. Por tanto, los dos protagonistas se ven en cierto modo “obligados” a escalar en la lógica de la nueva situación. Este tipo de secuencia es exactamente el mecanismo que conduce a catástrofes generales. Ésta es la lección de la historia.
Las ineptas políticas de Macron eliminaron a Francia del juego que se está jugando. Sin embargo, es un momento que afecta ante todo a las vidas de cuatrocientos cincuenta millones de personas en la Unión Europea. ¡Los alemanes están negociando directamente con Putin como si fueran Europa sola! ¿Desde cuándo lo que es bueno para los alemanes es mecánicamente bueno para Francia? Las mentes brillantes piensan que la reducción del nivel de intervención nuclear decidida por Putin es un engaño. Creo que no entienden el momento.
El riesgo inmediato para los franceses es ver cómo asumen su estrategia de disuasión nuclear, que es el corazón de nuestro sistema de defensa, puesta a prueba. Se supone que debemos atacar si nuestros “intereses vitales” están en juego. El “interés vital” del país se deja a la discreción del jefe de Estado y es una noción mucho menos obvia de lo que parece. La disuasión es “todo o nada”. Al reducir el umbral para recurrir a la energía nuclear, Putin ya está poniendo a prueba la credibilidad del sistema francés. Podríamos pensar que ya está en alerta y que sus herramientas están preposicionadas. En cualquier caso, la decisión de los alemanes de dar la bienvenida a los misiles nucleares estadounidenses en su territorio coloca la amenaza en nuestras puertas al instalar allí los objetivos del enemigo. Pero las capacidades de misiles antimisiles en Europa no implican sólo capacidades de salvaguardia de objetivos. Porque la interceptación de un disparo no hará ningún bien al país bajo el cual se desarrollará esta reunión…
Creer que la única hipótesis es que no pasa nada Es simplemente una actitud estúpida y extraordinariamente peligrosa. Los motivos para actuar de los protagonistas están determinados por los mensajes que reciben para predecir el posible comportamiento de sus adversarios. Además de las autorizaciones estadounidenses para disparos de largo alcance, ¿qué otros mensajes pesan en el contexto? Los de la Unión Europea. Es un desastre. La presidenta Von der Leyen ha aumentado sus discursos belicosos. El Parlamento Europeo votó abrumadoramente a favor de disparar a larga distancia contra Rusia. Para un ruso, todas las luces están en rojo. Para un ucraniano también.
Dejemos que esta situación sea una lección objetiva. En este contexto, ¿cómo podemos imaginar que después de la locura de Macron, nuestro país quede abandonado al liderazgo infantil de Jordan Bardella? ¿O a alguna variedad de centro izquierda, atlantista hasta la médula, que denuncia la tradicional política no alineada de Francia? ¿Cómo olvidar que François Hollande aceptó la presencia de estaciones de misiles antimisiles estadounidenses instaladas en Polonia y, por tanto, aceptó el territorio de la Unión Europea como posible teatro de guerra? ¿Cómo olvidar su propuesta, formulada en el congreso del PS en Brest en 1997, de poner a disposición de la Unión Europea el medio de disuasión nuclear francés? ¿Cómo olvidar el voto favorable de todos los “partidos socialdemócratas” y de los Verdes en el Parlamento Europeo, junto con la derecha y el centro, a favor del nuevo cargo de Comisario europeo de Defensa cuando no es una competencia europea y cuando el Parlamento francés ¡No voté por ello! En definitiva, la temporada no es para aficionados ni para autorespondedores atlantistas. Más que nunca: si queremos la paz, debemos prepararnos para la paz.
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