Linda McMahon va a tener un CV repleto de experiencias profesionales muy eclécticas. El martes, Donald Trump nombró ministro de Educación a este exjefe de la federación de lucha libre WWE.
La elección del presidente electo era esperada. De hecho, ha prometido socavar esta institución federal, en un contexto de fuertes divisiones en Estados Unidos entre progresistas y conservadores. Y desde su victoria el 5 de noviembre, el ex presidente, que volverá a serlo el 20 de enero, ha multiplicado los nombramientos, a veces sorprendentes, entre los más leales de su guardia cercana.
Un tema divisivo entre demócratas y republicanos
“Como ministra de Educación, Linda luchará incansablemente” para llevar más libertad educativa a todos los estados estadounidenses y “capacitar a los padres para que tomen las mejores decisiones educativas para sus familias”, dijo Donald Trump en un comunicado. “TRAEREMOS LA EDUCACIÓN DE REGRESO A LOS ESTADOS y Linda encabezará este esfuerzo”, prometió.
El tema de la educación divide particularmente a los estados americanos entre aquellos liderados por demócratas y aquellos liderados por los más conservadores, estos últimos oponiéndose ferozmente a cuestiones relacionadas con los derechos de las mujeres, las minorías o incluso las comunidades LGBT+.
Linda McMahon, empresaria de 76 años, fue entre 2017 y 2019 ministra responsable de las pequeñas empresas durante el primer mandato del republicano. Ella forma parte de su guardaespaldas, siendo una de las colíderes, junto al multimillonario Howard Lutnick, del equipo de transición de poder. Fue nombrado secretario de Comercio el lunes.
Un donante importante para Trump
Linda McMahon, que no duda en hablar de Donald Trump como de un “amigo”, es una importante donante del Partido Republicano y apoya financieramente la candidatura de Donald Trump desde 2016, primero para sus primarias y luego en la carrera por la Casa Blanca.
Está casada con Vince McMahon, el heredero de la WWE, un imperio de lucha libre fundado en los años 50. Linda McMahon llegó a ser presidenta en 1993 y directora general en 1997, antes de dimitir en 2009 para probar suerte en la política. Su marido permaneció al frente de la empresa hasta el pasado enero, viéndose finalmente obligado a dimitir después de que una exempleada presentara una denuncia contra él por agresión sexual.