En Sudáfrica, 22 niños murieron por intoxicación después de comprar comida en las “spaza shops”, tiendas de comestibles que existen en muchas grandes ciudades del país.
El envenenamiento mortal de una veintena de niños desde principios de año en los alrededores de Johannesburgo ha alimentado otra ola antiinmigración en Sudáfrica. En el visor: extranjeros que dirigen “spaza shops”, tiendas de comestibles más o menos informales, que una organización ha comenzado a expulsar de Soweto.
En Naledi, epicentro del escándalo sanitario, una cinta policial aún visible indica la tienda incriminada, ahora cerrada, en una calle donde resuena el alboroto de dos patios de escuelas vecinos. Seis estudiantes murieron el mes pasado después de comer patatas fritas. La autopsia reveló que un pesticida los había matado. En uno de los paquetes en posesión de una de las víctimas se observaron restos de terbufos, desviado como veneno para ratas.
890 intoxicaciones alimentarias en el país
El día de la tragedia, la tienda de comestibles fue atacada y saqueada por los vecinos. Según el vendedor del lado opuesto, incluso el propietario abandonó la zona por temor a represalias. El presidente Cyril Ramaphosa afirmó el viernes 15 de noviembre que desde principios de septiembre se habían registrado en el país 890 casos de intoxicación alimentaria y que al menos 22 niños habían muerto.
Bajo presión, los líderes políticos han pedido la opción de aumentar los controles o prohibir a los extranjeros administrar estos negocios. Las autoridades han intensificado las redadas, como la de la semana pasada en Olievenhoutbosch, cerca de Pretoria. “Conseguimos cerrar seis tiendas”, afirmó la concejala municipal Sarah Mabotsa.
“Vendían comida caducada, productos de belleza, carne, todo en un solo lugar”, describió. Cuando las autoridades no tienen nada de qué quejarse, una organización ha insistido en imponer su ley. En Naledi, seis tiendas acaban de cambiar de dueño gracias a la Operación Dudula (represión en zulú).
“Ahuyentamos a los extranjeros”
Este movimiento antiinmigrantes comenzó a agitar a Sudáfrica hace más de dos años con sus redadas contra inmigrantes sospechosos de robo o tráfico de drogas, y está prosperando en este país, donde los brotes xenófobos son frecuentes. Como en 2008, cuando 62 personas perdieron la vida.
“Hemos ahuyentado a los extranjeros”, se alegra a la AFP Maphoka Mohalanwani, de 54 años, nuevo director de una “tienda spaza” anteriormente regentada por etíopes en Naledi. Según ella, sin duda los envenenamientos están “vinculados con extranjeros”.
“Cuando los niños comen patatas fritas compradas a vendedores ambulantes sudafricanos, no mueren”, afirma este ex cajero de supermercado.
“Las investigaciones realizadas no sugieren la existencia de una campaña deliberada de envenenamiento de niños”, afirmó el presidente Cyril Ramaphosa durante un discurso solemne el viernes, evocando “informaciones falsas” y productos “que probablemente se venderán en tiendas dirigidas por los sudafricanos”.
El presidente, sin embargo, ordenó una “campaña masiva” para inspeccionar las tiendas de alimentación más o menos informales de los municipios.