Debacle
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Más que una consagración del Partido Laborista, fue una ola anticonservadora que cayó sobre Inglaterra y Gales durante las elecciones locales del pasado jueves, debilitando aún más a un gobierno que sólo tiene un hilo.
La catástrofe se pronosticaba desde hacía tiempo: en el Reino Unido, el Partido Conservador lleva dos años y medio por detrás de los laboristas en las encuestas, y la diferencia entre ellos se ha estabilizado en unos veinte puntos. En este contexto, nadie esperaba que el actual gobierno saliera con la frente en alto de las elecciones locales, última prueba antes de las elecciones legislativas que deberán organizarse en el segundo semestre del año. Pero, en el transcurso del recuento –un largo asunto que involucra muestras, muchos voluntarios y que a menudo continúa hasta bien entrada la noche– la derrota que surgió es una de las peores que el Partido Conservador británico ha registrado en cuarenta años.
Después de catorce años en el poder, una serie de políticas de austeridad que han erosionado los servicios públicos al tiempo que han reducido los niveles de vida, y un liderazgo cada vez menos creíble, el castigo parece proporcional al daño. De los 107 ayuntamientos en juego, los laboristas añadieron ocho a su lista y los demócratas liberales dos, mientras que los conservadores perdieron diez, cediendo 473 escaños. El Primer Ministro Rishi Sunak admitió que las pérdidas, que se extendieron a su propio distrito electoral, fueron “decepcionante”. Por su parte, el jefe del Trabajo
