Muere Paul Auster, el maestro del laberinto de Nueva York

Muere Paul Auster, el maestro del laberinto de Nueva York
Descriptive text here
-

Un vagabundo profesional

En “Ciudad de Cristal”, “Revenants” y “The Hidden Room” que forman la “Trilogía”, sus personajes van en busca de su identidad como detectives en el laberinto de Manhattan erizado de rascacielos donde todo son reflejos y falsas pretensiones.

Fue en Newark, un suburbio de Nueva York, donde nació Paul Auster en 1947, de padres descendientes de judíos asquenazíes. Desde muy joven se sintió atraído por esta ciudad donde pasaba todos los fines de semana. Se mudó allí a los 18 años para estudiar literatura francesa, italiana y británica en la Universidad de Columbia de 1965 a 1970.

Lea también: En “Baumgartner”, Paul Auster explora el palacio de la memoria

Posteriormente, se ancló en Brooklyn, un barrio familiar que celebró en “Smoke” y su secuela “Brooklyn Boogie”, dos películas que dirigió con Wayne Wang. “Smoke” ganó el Oso de Plata en Berlín (1995).

Después de sus estudios, vivió en París de 1971 a 1975. Ocupó una habitación de empleada, conoció a una prostituta que le recitaba Baudelaire y estuvo a punto de matricularse en el Instituto de Altos Estudios Cinematográficos. Escribió guiones para películas mudas y tradujo al bretón, a Mallarmé, a Michaux y a Dupin. Perfeccionó su francés, que hablaba con la voz ronca de los cigarrillos que amaba.

Un hombre alto, hedonista, de cabello oscuro, peinado hacia atrás y ojos ligeramente saltones con montura negra, atrae a las mujeres, pero experimenta varios años de deambular profesional, que relata en “El diablo por la cola”. Su primera colección de poemas, “Unearth”, apareció en Estados Unidos en 1974, pero por falta de ingresos suficientes aceptó trabajos ocasionales y se embarcó como personal de mantenimiento en un petrolero.

La herencia de su padre, fallecido en 1979, le permitió dedicarse a la escritura. Tras divorciarse de la escritora Lydia Davis, con quien tuvo un hijo, se casó en 1981 con la novelista estadounidense Siri Hustvedt. Es el comienzo de una nueva vida.

Hacer que la gente sienta lo que es estar vivo.

Publicó “La invención de la soledad” en 1982, una novela autobiográfica en la que intentaba comprender la personalidad de su padre, una figura “invisible” que inspiraría a sus personajes que luchaban contra un doble inquietante. Éste es especialmente el caso de “Moon Palace”, publicada en 1990, una novela iniciática sobre un huérfano, que finalmente le valió el reconocimiento estadounidense.

Gran conocedor de los trucos narrativos, a Paul Auster le gusta jugar con el lector: anagramas entre nombres, interacciones, historias fragmentadas. “Leviatán”, “El libro de las ilusiones” (2007) o incluso la fenomenal “4321” (2018), desdibujan los límites entre ficción y realidad. A veces a riesgo de resultar demasiado confuso y desagradable.

Sobre su novela “4321”: La vertiginosa resurrección de Paul Auster

“Pasamos nuestro tiempo imaginando historias. Vivimos con esto… lo real y lo imaginario son uno. Los pensamientos son reales, incluso los pensamientos de cosas imaginarias”, explica uno de sus personajes en “Solo en la oscuridad”.

Demócrata, denuncia en esta novela publicada en 2009, los ocho años de Bush en los que Estados Unidos, desde la guerra de Irak y el 11 de septiembre, cayó, dice, “en un mundo paralelo”, mediante la evocación de una guerra civil imaginaria contada por un insomne ​​deprimido.

Vuelve al relato autobiográfico con “Crónicas de invierno” (2013) y “Excursiones por la zona interior” (2014), decidiendo, “en el invierno de su vida”, reconstruir el rompecabezas de su existencia a través de la descripción de las mutaciones. en su cuerpo. “Quiero intentar mostrar, hacer que la gente sienta lo que es estar vivo. La vida es maravillosa y horrible a la vez y mi tarea es capturar esos momentos. Esta es mi misión como escritora. Nada más”.

Lea también: Sophie Calle y Paul Auster, entre la ficción y la realidad

Su hijo David, acusado en abril de 2022 del homicidio involuntario de su hija de 10 meses que murió tras envenenarse con fentanilo y heroína, murió unos días después por “una sobredosis accidental”. Ese mismo año le diagnosticaron cáncer, según contó su esposa. A pesar de su enfermedad, completó un último libro con tono nostálgico, “Baumgartner”.

-

PREV Cibercrimen: Campamentos de “ciberesclavos” obligados violentamente a cometer estafas en Internet
NEXT “No seas gay y débil”: el candidato republicano causa polémica