Periodista
15 de diciembre de 2024 (modificado a las 23:59) – MILÁN
La curva canta y no canta lo que piensas. “Nos cabreaste…”. “No somos estadounidenses”. “¿Te vas o no?” “Cardenal tienes que vender”. Se acabó y se acabó mal. Se acabó la historia entre la Curva Sud y este club. El resto del estadio es menos decisivo en sus manifestaciones pero, según sabemos por las redes sociales, piensa lo mismo. El aficionado del Milán es ambicioso por definición y, la noche en que los grandes del pasado regresaron a San Siro, decidió que había perdido la paciencia. Perdió la paciencia con Cardinale, lejos el día de la celebración, con Ibrahimovic, abucheado en la previa del partido nada más aparecer en la gran pantalla, con Furlani, con todos.
LAS BANDERAS
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Después del empate 0-0 con el Génova, aparecieron dos pancartas en el exterior de San Siro, a las que evidentemente no habían dejado entrar antes del partido. La primera: “Club de Milán: os hemos esperado y apoyado hasta el final, ya estamos hartos de vuestra mediocridad”. El otro: “Directores incapaces, empresas sin ambición, no estáis a la altura de nuestra historia”. Muy claro. El Milán, al fin y al cabo, es octavo…
LAS RAZONES
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Mediocridad es la palabra que lo resume todo. Para sus aficionados, el Milan de RedBird es el club que nunca gasta más de 20 millones en un jugador, no compra un campeón consolidado desde hace (muchos) años, dice no a Conte que propone elegir a Fonseca, apreciado por los aficionados pero sigue siendo el entrenador del Lille. La empresa que cuida sus balances -dos veces con números positivos- más que sus ganas de ganar. A las 23 horas circulaba en las redes sociales una foto de un pañuelo dedicado a Paolo Maldini. La afición, dos años y medio después del último campeonato, 13 años y medio después del penúltimo, ya no lo creen.
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LA NOCHE
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Qué extraño el ambiente de San Siro. La velada comenzó con las celebraciones del 125º aniversario, en un San Siro lleno en dos tercios. Luego el estadio se llenó, Van Basten y Pippo Inzaghi calentaron un poco al público y el público vitoreó como siempre durante el partido. Sólo algunos pitos aquí y allá, aislados, al final de la primera parte y durante la segunda. La curva cantó para todos, incluso para Liberali (!) pero en el pitido final se desató. En esos momentos el equipo caminaba tristemente por el medio campo, saludando de lejos al Sur. Cardinale estaba a miles de kilómetros de distancia, Furlani e Ibrahimovic guardaban silencio, como siempre.
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