lo esencial
Apenas se necesitaron dos semanas para derrocar lo que todavía seguía siendo una de las peores dictaduras del mundo. Con un hombre a la cabeza, Bashar al-Assad, que gobernó Siria con mano de hierro durante casi un cuarto de siglo. Itinerario de un descenso.
Las escenas de júbilo y derribo de estatuas en Damasco dan la vuelta al mundo. El pueblo sirio amaneció el domingo 8 de diciembre con sed de paz y libertad. Lo que ya podemos considerar una revolución es testigo, sobre todo, de la caída de un hombre, Bashar al-Assad y de 50 años de dictadura baazista.
el heredero paterno
Sin embargo, nada predestinaba a Bashar al-Assad a su futuro político. Nacido el 11 de septiembre de 1965 en Damasco, Siria, es el hijo menor de Hafez al-Assad, presidente sirio durante casi 30 años. La repentina muerte de su hijo mayor, Bassal, en un accidente automovilístico en 1994, empujó repentinamente a Bachar, entonces un joven oftalmólogo que terminaba sus estudios en Londres, al primer plano de la escena política siria. Poco a poco se fue preparando para tomar las riendas del país, cuando en 2000, tras la muerte prematura de su padre, fue impulsado a la presidencia.
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De la “Primavera de Damasco” al giro autoritario
La llegada al frente del país de este joven de treinta años, formado en Occidente, suscita rápidamente una ola de esperanza en toda Siria. Rápidamente emprendió reformas de apertura política y cultural. Sin embargo, esta Primavera de Damasco, como la llamaron algunos en su momento, sólo duraría 8 meses.
En 2011, cuando la “Primavera Árabe” arrasó Oriente Medio y miles de sirios salieron a las calles, la respuesta del régimen fue brutal. Manifestaciones sangrientamente reprimidas, detenciones masivas: Bashar al-Assad optó por la escalada y sumió al país en una guerra civil que, trece años después, habrá dejado alrededor de 500.000 muertos y millones de desplazados.
Paria de Occidente
Considerado un paria por gran parte de Occidente, Bashar al-Assad tenía relaciones ambiguas con Francia. El ex presidente sirio recibió honores diplomáticos de manos de Nicolas Sarkozy en 2008, y el entonces Jefe de Estado no dudó en bajar las escaleras del Elíseo para recibir a su homólogo sirio. Emmanuel Macron, en 2017, habló de la importancia de “hablar con Bashar al-Assad”.
Bashar al-Assad cayó en Damasco. Cientos de miles de sirios están recuperando la esperanza. Es el fin de cincuenta años de dictadura baazista. Esperanzas pero también incertidumbres sobre el futuro. Las primeras lecciones de este terremoto en Medio Oriente. Mi análisis en The…
– Georges Malbrunot (@Malbrunot)
En el mundo, el presidente sirio ha encontrado fuertes aliados en Irán y Rusia, esta última, que dispone de numerosas bases aéreas en Siria, desempeñó un papel decisivo en la reversión de la situación militar. La intervención rusa permitió, en particular, recuperar el control. de vastos territorios, mientras que las milicias iraníes y el Hezbolá libanés permitieron reforzar su aparato militar, en gran parte debilitado.
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Pero Bashar al-Assad seguirá siendo, ante todo, ante los ojos del mundo, un dictador sediento de sangre. Apodado el “carnicero de Damasco”, está acusado de bombardeos indiscriminados contra su propia población en los bastiones de la oposición al régimen. Como en 2020, donde el Ejército Árabe Sirio (AAS), en manos del régimen, bombardeó la región de Idlib, en el noroeste del país, provocando cerca de un millón de desplazados y miles de muertos.
A lo largo de su dictadura las masacres aumentaron y utilizó regularmente armas químicas. El 21 de agosto de 2013, en la provincia de Ghouta, las masacres con sarín causaron la muerte de casi 2.000 personas, entre ellas cientos de niños. Más recientemente, en 2017, bombardeos con gas, una mezcla de sarín y cloro, dejaron centenares de muertos en la región de Khan Chiekhoun, en el noroeste del país.
El estado de barbarie ha caído. Finalmente.
Rindo homenaje al pueblo sirio, a su valentía y a su paciencia. En este momento de incertidumbre, le deseo paz, libertad y unidad.
Francia seguirá comprometida con la seguridad de todos en Oriente Medio.
—Emmanuel Macron (@EmmanuelMacron)
Los acontecimientos de los últimos días, que provocaron la caída de Bashar al-Assad y su huida al extranjero, soplan un viento de libertad y esperanza en todo el país y han terminado de empañar la imagen de un Presidente que cayó en desgracia y fue presentado durante mucho tiempo como un baluarte contra los terroristas islamistas. Significa la caída de un hombre y de un régimen que reinó durante casi medio siglo en este gran país árabe.
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