La autopista A50, aún envuelta en la oscuridad, está incendiada. Son las 7 de la mañana de este lunes 2 de diciembre y acaban de llegar allí varios centenares de taxis procedentes de La Valentine. Después de recorrer unas decenas de metros, la procesión se detiene. Los petardos explotan, los neumáticos arden. Los LED verdes de las matrículas de los taxis perforan el humo espeso y acre. Viniendo de Aubagne, el tráfico está paralizado durante 15 kilómetros.
En medio de este caos comenzó el lunes, marcado por una operación caracol de escala sin precedentes por parte de los taxis, tanto en Provenza como en otras regiones de Francia. Varias procesiones mostraron su descontento en Marsella, partiendo del Gran Litoral en otros lugares y de Plan-de-Campagne. Desde La Valentín, los conductores han parado la circunvalación L2, vigilados por la policía, durante una hora.
“Sólo ganaremos 55 céntimos por kilómetro”
Luego redujeron significativamente la velocidad de la autopista A7 hasta el peaje de Lançon-Provence. Según los organizadores, entre mil y dos mil taxis bloquearon casi todos los carriles, en ambos sentidos, alrededor de las 11:30 horas. La prefectura calcula que son unos 800. Algunos procedían de Vaucluse, Gard, Aude o incluso de la Costa Azul.
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