No sólo llegan malas noticias de Alemania (crisis de VW, despidos en Ford). Ahora también se ha visto afectado un antiguo ejemplo de nuestros vecinos directos: el fabricante austriaco de motocicletas y automóviles KTM se ha declarado en quiebra y lucha por sobrevivir.
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El Grupo KTM, desde hace mucho tiempo un buque insignia de la industria austriaca, se enfrenta a su mayor desafío. El fabricante tradicional de motocicletas se ha declarado en quiebra y lucha por su existencia económica. Las razones de la crisis son complejas: las cifras de ventas se han desplomado dramáticamente, especialmente en los mercados centrales de Europa y Estados Unidos. De un enorme beneficio de 127 millones de euros el año anterior, la empresa pasó a unas pérdidas de 181 millones de euros. Un accidente que sorprende incluso a los expertos más acérrimos del sector.
El director general Stefan Pierer confía ahora en un plan maestro estratégico: en lugar de caer en la insolvencia clásica, utiliza un nuevo tipo de procedimiento de reestructuración de la UE. El objetivo es ambicioso: salvar tres préstamos por un valor total de 250 millones de euros y devolver a la empresa a la senda del éxito.
¿Qué significa eso específicamente? KTM no quiere capitular. La empresa se compromete a cubrir todas sus responsabilidades mientras revisa fundamentalmente sus estructuras. Hay una especie de período de gracia hasta finales de febrero durante el cual se suspenden las ejecuciones hipotecarias. La comunidad motera puede al principio dar un suspiro de alivio: la producción continúa, los talleres y los concesionarios trabajan con normalidad. Pero la tensión es alta: KTM tiene que presentar su plan de rescate antes de Navidad.
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Para Stefan Pierer, que curiosamente también forma parte del consejo de supervisión de Mercedes-Benz, será una prueba de fuego. No sólo tiene que aportar capital adicional, sino también renegociar estructuras corporativas complejas. Están en juego la relación con la empresa india Bajaj y el futuro de Pierer Mobility.
Esta no es la primera quiebra de KTM. El propio Pierer compró en 1992 el fabricante ya insolvente y posteriormente lo amplió hasta convertirlo en el mayor fabricante de motocicletas de Europa. Más de 6.000 empleados construyeron casi 400.000 bicicletas y vehículos el año pasado.
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KTM 1290 SUPER DUKE RR (2023)
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Los desafíos ahora son enormes: una disminución en la producción, estrategias de ventas pospuestas y un panorama de movilidad cambiante están obligando a KTM a repensar. La electromovilidad, de la que durante mucho tiempo se han reído, ahora podría convertirse en un salvavidas. Los expertos observan la situación como un halcón. ¿Conseguirá KTM lograr el equilibrio entre la conciencia de la tradición y la realineación innovadora? ¿Puede la empresa defender su posición en el mercado o tiene que reinventarse fundamentalmente?
La temporada navideña será una época fatídica para KTM. Es necesario un plan maestro que convenza a los inversores, motive a los empleados y mantenga contentos a los aficionados a las motos. Es más que una simple empresa: es un ícono de la industria de las motocicletas. Una misión de rescate en la que al final sólo cuenta una cosa: la supervivencia de KTM.
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