Baile de escudos en un Clásico que se apagó en cuatro suspiros con el mayor disgusto en el Di Stéfano | Relevo

“Será el más igualado”, “el mejor Real Madrid”, “las blancas llegan con la mejor racha”, “es un partido para medir al Madrid”… Las sensaciones solo fueron un espejismo. Porque la historia fue la de siempre. Dejando pasar una oportunidad de oro de redondear una noche que parecía perfecto para ello. El Barça salió a lo suyo y pronto tejió su decimoquinta victoria en un Clásico. Pleno culé desde hace cuatro años. Intratable tormento para el conjunto madrileño, que revivió un infierno ante su gran rival a batir. Con la lluvia de goles (al descanso, iban 0-3) llegó el debate a las gradas: desde el “Toril, dimisión” a los cánticos que pedían más inversión a Florentino.

Cuatro minutos duró la ilusión en un Di Stéfano que lució como nunca: mejor entrada para un partido femenino (5.210 espectadores). Patri Guijarro acabó con todo eso que podía ser y, otro partido más, no fue. La balear metió la punta en el segundo palo tras una dejada de Alexia Putellas y un balón colgado desde el córner de Graham Hansen. 0-1 y se apagaron las sonrisas. Aunque hubo quien quiso levantar a las suyas, entre gritos de “Madrid, Madrid” y el enfado cuando se arrancaban los cánticos de la hinchada culémuy numerosa pese a ser visitante.

Quiso reaccionar el Real Madrid y lo hizo con una jugada de peligro de Alba Redondo, que había sido la primera futbolista en recoger el balón de la red para ir rápido al centro del campo. La manchega, que llegaba de dulce al Clásico, vivía su primera cita de este nivel como madridista. Aunque su gol se secó ante una defensa culé intratable. Con una Mapi León muy segura atrás, el Barça resistió a las contables embestidas de las blancas. Y supo hacer daño a la contra.

Sufrieron María Méndez y Lakrar, que achicaron lo que pudieron. Y Misa se vio desbordada por momentos. Más aún cuando Patri Guijarro volvió a agujerear su portería con un zapatazo desde la frontal. Doblete para la balear, que ya avisaba hace unos días que volvía a encontrarse en un buen momento de forma. Y tanto que lo estuvo, con manita al escudo.

Pina puso el tercero y Misa evitó el 0-4 al descanso

Se vino arriba el Barça. Más aún. Del escudo de Patri Guijarro al de Claudia Pinaa la que siempre se le han dado bien los Clásicos y quien ha confesado siempre su gran rivalidad con el Real Madrid. La de Moncada remató un pase atrás de Graham Hansen tras un balón colgado con magia de Aitana Bonmatí. El descanso se asomaba con necesidad para las blancas, que resoplaron tras dos paradones de Misa Rodríguez antes de marcharse a vestuarios.

“Me voy con sensación de que podíamos llegar bastantes más de tres” aseguró Pina en declaraciones a DAZN tras la primera parte. La atacante fue el primer cambio en el segundo tiempo de Pere Romeu, cuyo equipo siguió rondando el gol. Ocasión tras ocasión. Parada tras parada. El partido no rebajó en intensidad, con pocos toques de atención del Madrid.

Alexia Putellas puso el broche con un golazo

Un disparo de Weir, otro de Olga Carmona, de Brunn y poco más. Mientras, entre las azulgranas, los registros en disparos variaban. Hasta Mapi León se atrevió con un tiro desde el córner para buscar un gol olímpico que frustró Misa. El cuarto amagó con llegar en multitud de ocasiones y terminó culminando en los últimos minutos. Y de qué manera. Gran jugada de Kika, que optó por el pase a Alexia para que esta deleitara a todos. La capitana culé la picó y superó a la meta blanca para poner el broche de oro al encuentro. Golazo y celebración de equipo, con dedicatoria a las suyas en el banquillo.

Llegó el pitido final. Y volvió a emanar esa sensación de imposible. De impotencia. “Otro año más…”, decían los aficionados cabizbajos, al tiempo que abandonaban un Di Stéfano que lució como nunca en el fútbol femenino. Esa fue su victoria. Conscientes de que, para que llegue en el campo, aún quedan detalles, inversión y tiempo.