Derrotar a su rival en Anoeta, a pesar de que el Barcelona no perdía allí desde hacía ocho años, es totalmente aceptable dentro de los planes para cualquier temporada. Sin embargo, el resultado final de un solo disparo a portería (de Dani Olmo, que fue desviado por un defensa antes de alcanzar a Alex Remiro) y el resultado a cero ponen de relieve los problemas del equipo de Hansi Flick esta campaña. La última vez que el Barça no acertó fue en el empate 0-0 ante el Málaga en septiembre de 2014.
Los blaugrana tampoco se quedaban sin goles desde la época de Xavi Hernández, cuando contaban con el mejor ataque de las grandes ligas europeas y de la Champions, consiguiendo dos victorias en Anoeta (1-4 y 0-1). El mes pasado en Euskadi, empataron 0-0 contra el Athletic de Bilbao el 3 de marzo, pero la derrota de anoche, junto con la falta de soluciones de ataque, ha enfriado el ambiente de euforia que envolvió a los seguidores del Barça después de impresionantes victorias contra el Bayern y el Real Madrid.
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La ausencia de Lamine Yamal por una contusión en el tobillo y la ausencia de Dani Olmo, que estuvo de baja por gastroenteritis y no pudo entrenar el sábado, dejaron al equipo luchando por crear oportunidades. Parecían carentes de ideas en la fase de ataque, sobre todo cuando la Real Sociedad, que llegaba como el peor equipo local de la liga con sólo cuatro puntos de 18 posibles, empezó a tomar el control del partido. Una decisión del VAR en el minuto 13 anuló un gol de Robert Lewandowski, lo que generó dudas sobre si la bota del delantero polaco, que llevaba el número 44, estaba realmente en fuera de juego.
De todos modos, el juego del Barça se estancó y les costó adaptarse a la alta presión implementada por los anfitriones. El equipo de Imanol Alguacil ejecutó a la perfección la presión alta, marca registrada del estilo del Barcelona esta temporada. El árbitro de la Cuadra Fernández, que también dirigió polémicamente la derrota en Pamplona al no penalizar una falta a Pau Víctor que desembocó en el 2-0 de Bryan Zaragoza, no les ayudó, pero no debería servir de excusa. Ni Frenkie de Jong ni Pedri consiguieron conectar eficazmente con los delanteros, mientras que el equipo no supo distribuir el juego como necesitaba, con Fermín ocupando la banda derecha en lugar de Lamine, y Raphinha incapaz de soltarse por la banda izquierda.
La solidaridad de los jugadores de la Real Sociedad también trastocó el juego de los blaugrana, dificultándoles los lanzamientos lejanos y mostrando falta de precisión en los primeros toques, muchos de ellos de espaldas a la portería. Flick concedió a Ansu Fati más minutos de juego que nunca en la segunda mitad en un esfuerzo por encontrar un punto de referencia, pero el reloj seguía corriendo sin soluciones a la vista.
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