Poco antes de las ocho de la mañana del sábado, la primera ambulancia emprendió una delicada misión.
Este sábado por la mañana comienza en Zúrich la fase más candente de un desfile como probablemente nunca antes se haya vivido en la ciudad. Durante las operaciones en curso, el Hospital Infantil de Zúrich se trasladará de su antigua ubicación en Zürichberg al nuevo edificio en las afueras de la ciudad en dirección a Zollikon.
Esto significa que hay que trasladar a 65 niños, incluidos los que se encuentran en estado crítico. Estos deben permanecer conectados a dispositivos médicos sin interrupción y monitoreados por especialistas.
Para ello se utilizan 25 ambulancias de once servicios de emergencia de tres cantones. Debido a que en las sinuosas calles que rodean el antiguo emplazamiento apenas hay espacio, sólo algunas de ellas pueden circular al mismo tiempo; es necesaria una planificación precisa.
Poco antes de las ocho de la mañana sale la primera ambulancia y, aunque cruza umbrales y vías de tranvía con notable precaución, llega a su destino sólo diez minutos después. Allí, el joven paciente, atado a una caja, es recibido por una multitud que lo vitorea. Padres, personal del hospital y, más tarde, payasos con gorros de marinero: sus caras felices indican que todo ha ido bien. A partir de entonces, estas escenas se repiten periódicamente.
Alrededor de las diez y media de la mañana, los responsables hicieron una primera evaluación provisional: más de la mitad de los niños ya habían llegado al nuevo edificio y la mudanza iba según lo previsto.
El transporte de pacientes marca la culminación de un traslado de 53 días. A la fecha, la antigua ubicación ya no está en funcionamiento. Poco después de las ocho de la mañana termina allí una era que duró más de 150 años. Las señales están empaquetadas en bolsas de basura para que nadie acuda al puesto de emergencia, que ahora está cerrado. Poco después también se eliminarán las letras amarillas, símbolo del hospital infantil, y ahora se subastarán.
Esto provoca tristeza en los empleados de larga data, pero para muchos la alegría por el nuevo hospital en Lengg es mayor que eso. Especialmente con los padres que acompañaron a sus hijos ese día. No sólo hay mucho más espacio en la nueva ubicación que en el sinuoso y visiblemente antiguo edificio, sino que las habitaciones también parecen más acogedoras.
Más por venir.
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