Dominique Pelicot, de 72 años, se puso de pie y escuchó atentamente al presidente, pero sin expresar ninguna emoción particular. Se enfrenta a 20 años de prisión penal. También fue declarado culpable de grabar y poseer imágenes tomadas sin el conocimiento de su esposa, hija y nueras.
Este veredicto fue esperado con impaciencia. Desde su inicio el 2 de septiembre en Aviñón, el proceso por violación de Mazan ha provocado una onda expansiva que se ha extendido por todo el mundo. Gisèle Pelicot se negó a que la audiencia se celebrara a puerta cerrada. 51 hombres de entre 27 y 74 años, de todos los orígenes sociales, acudieron a agredir sexualmente a Gisèle Pelicot, previamente sedada por su entonces marido, Dominique, en su casa de Mazan (Vaucluse).
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Publicado el 3 de diciembre de 2024 a las 15:44 horas. / Modificado el 4 de diciembre de 2024 a las 16:36 horas.
Esta decisión, adoptada en un tribunal de Aviñón bajo fuerte protección policial, ha sido objeto de un intenso seguimiento, tanto en Francia como en el extranjero, ya que este proceso ha causado conmoción desde su apertura el 2 de septiembre. El caso se ha vuelto emblemático de las cuestiones relacionadas con la violencia sexual y de género, la sumisión química, el consentimiento y, en términos más generales, las relaciones entre hombres y mujeres.
“Gracias Gisèle”
“Gracias Gisèle”: la pancarta que flotaba el jueves por la mañana frente al tribunal de Aviñón, antes del veredicto del histórico proceso por violación de Mazan, resume el mensaje de agradecimiento de mujeres y hombres hacia quien quiso “que la vergüenza cambie de bando”. “
Gisèle Pelicot, convertida en un icono feminista, llegó poco después de las nueve de la mañana, sonriendo y entre vítores, para escuchar el veredicto contra los 51 hombres acusados, la mayoría de ellos de violación agravada contra ella, incluido su marido Dominique.
“Gisèle, Gisèle”, coreaba la pequeña multitud que se acercaba a la entrada del tribunal, aplaudiéndola.
Sus hijos David, Caroline y Florian habían pasado media hora antes, entrando en la sala junto a un grupo de hombres acusados de violar a su madre. Estos últimos parecen libres pero corren el riesgo de pasar años de prisión. “Vinimos con nuestras cosas para la prisión”, dijo uno de ellos, señalando las bolsas de deporte colocadas en el suelo.
Cerca del juzgado, como desde el inicio de este juicio, hace casi cuatro meses, se exhiben en las paredes y pancartas mensajes feministas: “Justicia para todos”, “La vergüenza ha cambiado de bando, ¿y la justicia?”, y el más grande, “Gracias tú”.