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En mayo de 2006, algunos espeleólogos del CAI (Club Alpino Italiano) de Lovere, en el lago Iseo, en la provincia de Bérgamo, llegaron a Fonteno después de recibir algunos informes de los habitantes de la zona. En un punto concreto de un valle lateral cercano al pueblo se podía sentir una bocanada de aire muy frío. Era una señal clara de que allí, en algún lugar, había una cueva.
Los espeleólogos identificaron un agujero de unos centímetros de diámetro por donde salía el aire frío. Trabajaron durante una hora para abrir un pasaje y encontraron un túnel. Ellos entraron. Al cabo de unos metros el pasaje se ensanchó, se convirtió en un meandro y finalmente en un túnel. Ese día los espeleólogos exploraron unos 700 metros de la cueva, casi incrédulos. Al salir, Devis Magri estaba tan emocionado como todos los demás: por la emoción no hizo más que exclamar “bueno, bueno”, pensando ya en futuras exploraciones. Desde ese día esa cueva se llama Bueno Fonteno.
Durante los últimos 18 años se han organizado cientos de expediciones. Se han descubierto túneles y meandros de kilómetros de longitud, muros de varios metros de altura, cruces de caminos, túneles y piscinas subterráneas cuidadosamente cartografiadas. A todo se le ha dado un nombre. En el ramal principal de la cueva se encuentran las cuevas llamadas Playa Fonteno, Mastodonte y Cíclope. En la rama conocida como Hydrospeed se encuentran “las hadas”, “tierra media”, “laguna azul”, “salsa rosa” y “esmeralda”. Luego hay otra rama llamada Fangul.
En total, se han explorado unos 36 kilómetros de cuevas, incluida una conexión a otro sistema de túneles subterráneos llamado Nueva Vida. Cuanto más avanzaban, más se daban cuenta los espeleólogos de que se encontraban en una pequeña porción de una vasta cuenca hidrogeológica y kárstica que atraviesa buena parte de la vertiente occidental del lago Iseo.
Ottavia Piana es una experta espeleóloga, ha participado en muchas de estas expediciones junto con sus compañeros del CAI de Lovere. El sábado, cuando cayó, estaba explorando un ramal no cartografiado a casi 600 metros de profundidad en un punto a seis horas de distancia del punto de acceso.
Estas exploraciones tienen tres objetivos principales: investigar la red hidrogeológica del sistema kárstico para describir los cursos de agua subterráneos; identificar los flujos de aire que entran y salen de las cuevas; Estudiar la fauna que habita en el interior de las montañas. Los espeleólogos no lo hacen de forma profesional, son voluntarios, pero su trabajo es muy importante, realizado con un enfoque científico y que puede aportar información sobre el estado de conservación de la montaña y sobre todo sobre la gestión del agua.
Para ello, los espeleólogos de Lovere se unieron a otros grupos locales y formaron el Proyecto Sebino, que a lo largo de los años ha participado en diversas convocatorias de financiación de investigaciones. Uno de los proyectos más largos y ambiciosos se llama “100 km de abismos”, apoyado por Uniacque, la empresa pública que gestiona el agua en la provincia de Bérgamo.
Gracias a este proyecto de investigación, los espeleólogos han descubierto que Bueno Fonteno está conectado a dos manantiales situados a ambos lados del macizo montañoso que separa el lago Iseo de Val Cavallina, donde se encuentra el lago Endine. En un punto del sistema kárstico aún no descubierto, el agua sigue dos recorridos diferentes que conducen uno hacia un manantial en Tavernola, en la orilla del lago Iseo, y el otro hacia el manantial Acquasparsa en el municipio de Grone, en lado occidental del macizo del Sebino. Todo el sistema kárstico se extiende sobre casi 100 kilómetros cuadrados, en el territorio de 19 municipios de Bérgamo.
En esta representación tridimensional se puede observar la estructura de las cuevas exploradas hasta ahora en la zona de Fonteno.
Durante las expediciones realizadas hasta 2008 se descubrieron numerosos sifones, es decir, pasajes llenos de agua. La primera inmersión se organizó en 2009. El espeleobuceador Marcello Moi, de Cerdeña, se sumergió en el sifón llamado “esmeralda”, un lago subterráneo que recoge mucha agua del sistema kárstico. En julio de 2012, otros dos buceadores de cuevas, Luca Pedrali y Nadia Bocchi, lograron avanzar 500 metros a lo largo de la “esmeralda”, confirmando la existencia de una continuación del túnel.
En los últimos años los espeleólogos del Proyecto Sebino han participado tanto en el mapeo de nuevas zonas de la cueva como en el rastreo del agua, que consiste en verificar por dónde pasa el agua y adónde llega. El seguimiento se realiza vertiendo una sustancia química fluorescente en los cursos de agua. Las aguas rastreadas en las distintas campañas organizadas por los espeleólogos emergieron en el manantial Milesi de Tavernola, a unos 6 kilómetros del punto de entrada y, al otro lado, en el territorio de Grone.
La investigación ha permitido comprender mejor los cursos de agua subterráneos: el régimen de las aguas subterráneas, es decir, el nivel, es siempre constante incluso en períodos de sequía, y en algunos períodos del año particularmente lluviosos el caudal puede alcanzar hasta 130 litros. . por segundo.
El mapa que muestra el posible paso del agua de un lado al otro del macizo del Sebino (Proyecto Sebino)
El lunes Sergio Orsini, presidente de la Sociedad Espeleológica Italiana (SSI), defendió el trabajo de Ottavia Piana y sus colegas con un vídeo en el que reiteró la importancia de la espeleología; también intervino ante las críticas al espeleólogo, quien fue rescatado en dos ocasiones en la misma cueva. Orsini afirmó que Piana es un excelente espeleólogo y que la investigación en cuevas es «una fuente inagotable de información que ayuda a nuestra sociedad para la investigación, el mapeo y el análisis del agua que bebemos. Más allá del evento deportivo, es la búsqueda de esta información lo que empuja a los espeleólogos a profundizar sus exploraciones”.