El Polisario, apoyado financiera y militarmente por Argelia, busca imitar el modelo de Hezbollah, pero sin poseer sus activos, escribe Bloomberg. A diferencia de Irán, Argel no tiene el poder estratégico ni la red de alianzas necesarias para enfrentar a un Marruecos apoyado por potencias como Estados Unidos y Francia. Desde el reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre el Sáhara en 2020, Rabat ha acumulado éxitos diplomáticos y económicos, en particular con inversiones masivas en infraestructuras como el puerto de Dajla Atlántico. Frente a esta evolución, las acciones del Polisario parecen limitadas e ineficaces.
El apoyo de Argelia al Polisario representa una carga financiera considerable. El gasto militar y diplomático está absorbiendo recursos cruciales mientras la economía argelina atraviesa tiempos difíciles. A pesar de ello, Argel sigue financiando una organización sin reconocimiento internacional, aislándose aún más en la escena mundial. La Unión Africana, antiguamente favorable al Polisario, se acerca progresivamente a Marruecos, mientras que Argelia sigue anclada en una lógica obsoleta.
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Al igual que Irán con Hezbollah, Argelia parece creer que un conflicto de baja intensidad será suficiente para desestabilizar a Marruecos. Sin embargo, esta estrategia resulta contraproducente. En lugar de debilitar a Marruecos, fortalece su posición. El acercamiento de Rabat a Washington, París y Tel Aviv, así como sus asociaciones económicas con China e India, están consolidando su influencia regional. El Polisario, confinado en zonas desérticas, no puede competir con el poder militar marroquí, dotado de equipamientos de última generación.
El debilitamiento del Polisario es visible a nivel diplomático. Varios países africanos han abierto consulados en El Aaiún y Dajla, reconociendo de facto la soberanía marroquí. Argelia, al retirarse de los organismos de cooperación regional, se excluye del juego diplomático.
El apoyo al Polisario alimenta el descontento en Argelia, aunque los medios locales digan lo contrario. Las reservas de divisas del país están disminuyendo de manera preocupante, mientras que la financiación del conflicto se produce a expensas de las necesidades de la población. El alto desempleo y la inflación alimentan las tensiones sociales. El régimen argelino, ante crecientes protestas, podría sufrir las consecuencias de su terquedad en apoyar una causa perdida.
En Marruecos, el desarrollo económico del Sahara continúa rápidamente. El puerto de Dajla Atlántico, un gran proyecto valorado en diez mil millones de dírhams, pretende hacer de la región una plataforma comercial estratégica. Las inversiones en energías renovables confirman la integración de las provincias saharianas en una estrategia de desarrollo sostenible.
