La noticia llegó como un terremoto en el mundo del automóvil el domingo 1 de diciembre: Carlos Tavares, director general de Stellantis, anunció su dimisión con efecto inmediato. Esta salida repentina, un año antes del final de su mandato inicialmente previsto para enero de 2026, altera el equilibrio del gigante del automóvil. He aquí un vistazo a las razones y consecuencias de esta decisión inesperada.
Un comienzo presurizado
La salida de Carlos Tavares, si bien sorprende por lo repentino, no lo es del todo. Ya en septiembre pasado circulaban rumores sobre una posible aceleración de la transición al frente de Stellantis. Los malos resultados financieros, incluida una caída del 48 % de los beneficios en el primer semestre de 2024 y una caída del 18 % de las ventas en América del Norte, habían debilitado la posición del ejecutivo. A pesar de sus intentos de minimizar el impacto de esta crisis, la confianza en la junta directiva, presidida por John Elkann, parecía estar erosionándose.
Mientras que el comunicado de prensa oficial habla de “diferencias de opinión”, fuentes internas hablan de una crecientes tensiones entre Carlos Tavares y su junta directiva, agravado por unos métodos de gestión considerados demasiado rígidos y una estrategia que, aunque eficaz en el pasado, ha mostrado sus límites en un contexto de mercado cada vez más competitivo.
Un récord mixto
Carlos Tavares deja un legado complejo. Arquitecto de la exitosa fusión entre PSA y Fiat Chrysler, dio un giro espectacular a PSA y transformó a Stellantis en uno de los principales fabricantes de automóviles del mundo. Sin embargo, su mandato estuvo marcado por errores estratégicos que finalmente debilitaron al grupo.
En Estados Unidos, la mala gestión de inventarios provocó recortes masivos de precios, erosionando los márgenes de marcas emblemáticas como Jeep y RAM. En China, el fracaso de la estrategia DS, junto con una continua pérdida de cuota de mercado frente a los fabricantes locales, exacerbó las dificultades. Además, la drástica política de reducción de costos, si bien fue beneficiosa a corto plazo, ejerció presión sobre los equipos y redujo su capacidad para escalar problemas críticos.
Una transición vigilada de cerca
Mientras tanto el nombramiento de un nuevo Director General, previsto para el primer semestre de 2025, John Elkann actuará como director ejecutivo interino con un comité ejecutivo temporal. Esta elección refleja el deseo de estabilizar rápidamente el grupo en un período ya de por sí tenso.
El futuro sucesor de Carlos Tavares tendrá mucho trabajo por delante para restaurar la confianza, impulsar las ventas y adaptar Stellantis a un mercado cambiante. Entre los nombres que circulan, Jean-Philippe Imparato y Olivier François parecen ser los mejor situados. Pero ninguna elección será fácil. La persona seleccionada no sólo tendrá que afrontar desafíos financieros e industriales, sino también aliviar las tensiones internas y redefinir la visión estratégica del Grupo.
Los mercados esperan respuestas
El lunes por la mañana, las primeras reacciones bursátiles darán una idea del impacto de esta dimisión en Stellantis. Si los resultados financieros del tercer trimestre ya habían inquietado a los inversores, esta noticia podría acentuar la volatilidad que rodea a las acciones del grupo. Los analistas seguirán de cerca las decisiones del comité ejecutivo provisional y las primeras indicaciones de John Elkann.