El empresario automovilístico europeo que ordenó el cierre de la fábrica de furgonetas de Luton la semana pasada dejará su puesto con efecto inmediato.
Carlos Tavares, director ejecutivo de Stellantis, ha estado bajo presión durante meses por el empeoramiento del desempeño del grupo automotriz internacional de 36 mil millones de euros que incluye a Vauxhall en el Reino Unido, junto con Peugeot, Citroen, Fiat, Chrysler y Jeep.
Anoche la compañía anunció que Tavares, de 66 años, se marchaba después de lo que parece haber sido una espectacular disputa entre él y el presidente del grupo, John Elkann, descendiente de la super rica familia Agnelli, los fundadores de Fiat, que son los únicos mayor accionista de Stellantis.
En un comunicado, la empresa dijo que había “aceptado la dimisión… con efecto inmediato” de Tavares.
Henri de Castries, exjefe del grupo asegurador francés Axa y director senior independiente de Stellantis, dijo: “El éxito de Stellantis desde su creación se debe a una perfecta alineación entre los… accionistas, la junta directiva y el director ejecutivo.
“Sin embargo, en las últimas semanas han surgido diferentes puntos de vista, lo que ha llevado a la junta directiva y al director ejecutivo a tomar la decisión de hoy”.
Stellantis lleva meses en crisis. Para el tercer trimestre del año informó un colapso del 20 por ciento en los volúmenes de ventas y una reducción de 12 mil millones de euros en los ingresos, y han estado rodando cabezas en varios puestos de alto nivel mientras Tavares buscaba apuntalar su posición.
Tavares ha estado criticando públicamente los estrictos objetivos de venta de automóviles eléctricos de los gobiernos, diciendo que están llegando demasiado rápido para que su empresa pueda cumplirlos sin incurrir en pérdidas. Sin embargo, al mismo tiempo, Stellantis se encuentra en medio de un retorno de 3 mil millones de euros para los accionistas a través de una recompra de acciones.
Su disputa pública con el gobierno del Reino Unido y su mandato de vehículos de cero emisiones provocó, dijo, su decisión de cerrar la planta de furgonetas Vauxhall Vivaro en Luton, poniendo en peligro 1.000 puestos de trabajo. La compañía dijo que estaba recortando su planta de fabricación de camionetas eléctricas en Ellesmere Port, que Tavares solo mantuvo abierta durante la pandemia después de negociar decenas de millones de libras en donaciones de los contribuyentes del Reino Unido con Kwasi Kwarteng cuando era secretario comercial.