Reportaje
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Tras el sorprendente éxito de Calin Georgescu en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, y mientras se realiza el recuento, los manifestantes intentan hacer oír sus miedos y su ira.
Este viernes por la tarde, en la plaza de la Universidad de Bucarest, los cantos de los manifestantes enmascaran un cierto desaliento. Este es el quinto día de movilización contra la extrema derecha rumana, tras el sorprendente éxito del candidato independiente Calin Georgescu, que quedó primero en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Sobre los adoquines relucientes por la lluvia, unos cientos de personas respondieron a la llamada. Aún en shock, Laura Basalic está presente por segunda vez esta semana. “Sentí la necesidad de estar cerca de los demás y de descargar mis emociones”explica con tristeza el treintañero, que “mucho miedo” ante el renacimiento de las ideas “fascistas, ultranacionalistas y prorrusos”.
El 24 de noviembre de 2024, Calin Georgescu obtuvo el 22,9% de los votos, por delante de los tres favoritos en la votación. Un voto de ira y de protesta contra los partidos tradicionales que gobiernan Rumanía desde la caída del comunismo en 1989. Pero también una victoria para las ideas de este candidato, soberanista, antiaborto y simpatizante de Vladimir Putin. Teñidos de misticismo religioso, sus discursos se inspiraron en el nacionalismo legionario del período de entreguerras y las ideas pronatalistas de la era comunista.
Bajo la multitud de paraguas, los rostros
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