Camavinga, lesionado. No parece grave, pero las alertas son amarillas. Era el minuto 55 cuando apretaba para robar un balón en campo propio y… rotura. O al menos, molestia. El jugador se echó al suelo y rápidamente pidió la entrada de las asistencias. Sus compañeros pedían celeridad. La mano, a la parte posterior de la pierna izquierda. Zona de los isquiotibiales.
Ancelotti negó con la cabeza, mirando al suelo. Lo que faltaba, pensó. Mientras hacía gestos a Ceballos de que se quitase el peto y preparase para entrar, seguía negando con la cabeza. Camavinga daba la vuelta a todo el campo de Anfield hasta llegar al túnel de vestuarios, donde confirmó la zona. Todo ese paseo lo realizó con una ostensible cojera.
Al llegar, iba a sentarse en el banquillo, pero los servicios médicos le reclamaron que fuera directamente al vestuario. La preocupación reina en el Madrid, a la espera de las primeras exploraciones. No será hasta mañana cuando se someterá a pruebas para esclarecer qué es exactamente lo que tiene. Al Madrid le llueve sobre mojado.
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