Las órdenes de arresto emitidas el miércoles 21 de noviembre por la Corte Penal Internacional (CPI) contra el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y su ex ministro de Defensa Yoav Gallant marcan un punto de inflexión histórico. Por primera vez desde la creación de la Corte en 1998, los líderes políticos han sido acusados contra los deseos de sus aliados occidentales.
Las requisas procedieron del fiscal británico Karim Khan, que ahora está siendo atacado por todos lados. Ha abierto una brecha que ahora los jueces han aprovechado. Al emitir estas órdenes de arresto, los jueces deberían contribuir a fortalecer la credibilidad de la CPI al refutar las acusaciones de facto de un sistema de justicia de dos niveles. Incluso si su decisión no detendrá las guerras en curso, jueces y fiscales se comprometieron con el mandato de un Tribunal establecido para luchar contra la impunidad de los autores de crímenes “que conmocionan profundamente la conciencia de la humanidad”, como se describe en su estatuto.
Durante mucho tiempo, la CPI sólo procesó a líderes africanos, enfrentados a críticas por promover políticas occidentales de “cambio de régimen” en el continente. Con la acusación del presidente ruso Vladimir Putin en marzo de 2023, la CPI se atrevió a procesar al jefe de un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Esta medida fue recibida con gran satisfacción por parte de Occidente, particularmente de Estados Unidos.
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Nunca antes la CPI había disfrutado de tal apoyo político, financiero y judicial. Sin embargo, la acusación de Putin también reforzó la percepción de un doble rasero. Reed Brody, un renombrado abogado estadounidense y defensor de los derechos, señaló que hasta que se emitieron órdenes judiciales contra los funcionarios israelíes, la justicia internacional se utilizaba “casi exclusivamente para abordar los crímenes cometidos por enemigos derrotados, como en los tribunales de Nuremberg y Tokio, parias impotentes, especialmente africanos, o adversarios de Occidente como Vladimir Putin o Slobodan Milosevic”.
En sus 22 años de existencia, la CPI rara vez se ha opuesto a los intereses occidentales. Las investigaciones sobre presuntos crímenes militares estadounidenses en Afganistán y las prisiones secretas de la CIA en Europa finalmente se suspendieron en 2021, al igual que las que tenían como objetivo a las tropas británicas en Irak por presuntas torturas. Esta vez, las investigaciones del fiscal sobre la guerra en Gaza han avanzado hasta la etapa de emitir órdenes de arresto.
Cooperación necesaria
A partir de ahora, Netanyahu y Gallant tendrán que pensar antes de viajar. Ésta es la situación a la que se enfrentan todos los “fugitivos” buscados por la CPI. Sin embargo, este escrutinio se está extendiendo ahora también a varios jueces y al fiscal, ya que el poder judicial ruso emitió órdenes de arresto contra ellos poco después de la acusación de Putin.
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