Es la primera temporada para Claudia Künzli, de 46 años, y Niklaus Stalder, de 42. El director de marketing y el guía de montaña tienen muchas cosas planeadas para su primer verano en el refugio: sin autoservicio, con bonitas decoraciones y nuevos electrodomésticos. Quieren ofrecer a sus huéspedes una experiencia de cabaña especial. Pero las cosas no salen según lo previsto desde el principio: la inauguración tuvo que posponerse debido a la nieve. El encargado de la cabaña, Fridli Riegg, de 67 años, también tiene problemas con la nieve. Está bajo presión porque las obras en el refugio Glärnischhütte, en el cantón de Glaris, deben estar terminadas antes de la apertura. Además, su quitanieves se estropea y Fridli tiene que seguir paleando con la mano. Angela Ruggiero, de 59 años, trabaja desde hace doce años como guardiana de la cabaña Claridenhütte, en el cantón de Glaris. A pesar de sus muchos años de experiencia, siempre se pone nerviosa cuando se trata de abrir la cabaña. Mil pensamientos zumban en su cabeza: ¿Ha pensado en todo? ¿Podrá el helicóptero volar a pesar de la tormenta? ¿La cabaña le ayudará a llegar a tiempo?
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