“Me entristecí mucho cuando escuché la noticia esta mañana. Sabía que no sería para siempre, pero todavía estaba muy activa. Vino a Angoulême, tuvo reuniones escolares, tenía una cuenta Insta, ciertamente administrada por su nieta, pero aún así…
Un parecido familiar
Yo, como todos, la conocí en “Me gusta leer”. Y como todo el mundo, sólo leí “Tom-Tom y Nana” en “J’aime Lire”, seamos sinceros, ¡hay que admitirlo! Cuando era niño, recuerdo que lo que me parecía genial era que era pequeño. Como una puerta cerrada tranquilizadora, en comparación con todos los demás cómics en los que viajó por el mundo en aventuras increíbles. En casa de los Dubouchon, todo pasaba entre el restaurante de los padres, la habitación de los niños y, finalmente, el camino al colegio, ¡y ya está! El dibujo de Bernadette Després nos hizo muy familiar su mundo. Podíamos oler la cocina, había algo súper normal, como una familia real en una casa real con gente real. Los clientes del restaurante tenían una apariencia muy creíble, muy creíble, no estaban acicalados. Así como en la casa donde sentíamos que había un desastre, había vida.
Podíamos oler la cocina, había algo súper normal, como una familia real en una casa real con gente real.
Su línea, que nunca fue recta, estaba llena de muchos pequeños detalles que me tranquilizaron. Y lo que me encantó sobre todo fue esta dualidad entre estos niños que sólo hacían estupideces, a veces muy elaboradas, y estos padres que eran tan normales, es decir borrachos de tener a los niños en sus manos, que les gritaban y les decían. para ir a su habitación, ¡pero que los aman muchísimo! Recuerdo una historia en la que los niños hicieron una máquina para leer el corazón de las personas. Lo probaron con los padres, les hicieron muchas preguntas y, según las respuestas, un pequeño cursor se dirigía hacia el corazón. Y cuando se les preguntó acerca de amar a sus hijos, la flecha literalmente explotó porque los amaban. No necesariamente éramos conscientes de este amor incondicional mientras leíamos, pero fue algo extremadamente tranquilizador. Cuando somos niños y nuestros padres nos regañan, pensamos que realmente les estamos molestando, que realmente están hartos de nosotros. Pero aquí fue todo lo contrario. A los padres no les importaban las tonterías de los niños, porque los amaban más que a nada.
Cuando lo pienso, me doy cuenta de que durante años me olvidé por completo de “Tom-Tom y Nana”. No es un cómic que a menudo se destaca y se toma como referencia. Y fue mientras trabajaba en cómics que finalmente tuve este recuerdo. Recordé que la historieta que más leía cuando era niño no era “Tintín” ni “Astérix”, sino “Tom-Tom y Nana”. Si cuentas el número de horas y el número de páginas, ¡gana sin dudas! Y hablando con personas nacidas entre, aproximadamente, 1975 y 1990, no hay coincidencia, a todos nos han alimentado con este cómic. Por eso lo amamos y por eso tanta gente le rinde homenaje hoy. »
El homenaje de Pénélope Bagieu a Bernadette Després.