La administración de Joe Biden, que partió antes de que Donald Trump asuma el cargo en enero, autorizó recientemente a Ucrania a atacar territorio ruso con misiles de largo alcance de fabricación estadounidense, una línea roja para Moscú.
Y el miércoles, un alto funcionario estadounidense anunció a la AFP que Washington se preparaba para suministrar a Ucrania minas antipersonas, un tipo de arma muy criticada por las ONG por el número de víctimas civiles que causa, comprendida incluso mucho después del fin de los conflictos. Pero esta arma podría ayudar a frenar el avance de las tropas rusas, que se está acelerando en el Este.
Estados Unidos “está plenamente comprometido a prolongar la guerra en Ucrania y está haciendo todo lo posible para ello”, criticó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, sin poder confirmar estas entregas de minas.
Según el funcionario estadounidense, las minas suministradas a Ucrania serán “no persistentes”, es decir, dotadas de un dispositivo de autodestrucción o de autodesactivación. Su objetivo es fortalecer la defensa ucraniana en un momento en que sus tropas se están retirando al frente.
La organización antiminas ICBL, premio Nobel de la Paz en 1997, condenó una “decisión desastrosa de Estados Unidos” y pidió a Ucrania que se niegue a utilizar este tipo de armas.
– Retórica nuclear –
Este anuncio se produce en un momento en que el número de víctimas de minas y artefactos explosivos sin detonar está aumentando en todo el mundo, según el informe anual de la organización especializada “Landmine Observatory”. Ucrania ya es el país más minado del planeta, según la ONU.
Enterradas u escondidas en el suelo, las minas antipersonal explotan cuando una persona se acerca o entra en contacto con ellas, provocando a menudo mutilación, si no la muerte.
Rusia ya había acusado el martes a los aliados occidentales de Ucrania de intentar “escalar” el conflicto, después de un primer ataque ucraniano en su territorio con misiles estadounidenses ATACMS de largo alcance.
Afirmó haber destruido cinco proyectiles que apuntaban a instalaciones militares en la región de Briansk, en la frontera con Ucrania, y prometió una “respuesta adecuada” a estos disparos, lo que llevó una vez más a Moscú a utilizar el discurso nuclear.
Según su nueva doctrina sobre el uso de armas nucleares, oficializada el martes, Rusia ahora puede utilizarlas en caso de un ataque “masivo” por parte de un país no nuclear pero apoyado por una potencia nuclear, en clara referencia a Ucrania y en los Estados Unidos.
Este cambio “excluye de facto la posibilidad de derrotar a las fuerzas armadas rusas en el campo de batalla”, subrayó el miércoles el jefe de la inteligencia exterior rusa, Sergei Naryshkin, sugiriendo que Rusia recurriría a la bomba atómica antes que arriesgarse a una derrota en una guerra convencional.
Washington, París, Londres y la Unión Europea han denunciado una actitud “irresponsable”. Ucrania instó a sus aliados a “no ceder ante el miedo”.
El presidente francés, Emmanuel Macron, denunció al margen de la cumbre del G20 una postura “escaladora” de Rusia, a la que llamó “a entrar en razón”.
China, socio crucial de Moscú acusado de participar en su esfuerzo militar, llamó por su parte a “todas las partes” a la “calma” y a la “moderación”.
Sobre el terreno, el ejército ruso continúa avanzando y reivindicó el miércoles la captura de una nueva localidad en el frente oriental, cerca de Kurakhové, mientras que los ataques continuaron durante la noche en Ucrania y Rusia.
La capital de Ucrania, Kiev, y la segunda ciudad del país, Járkov, en el noreste, fueron atacadas por drones y misiles, sin causar daños importantes ni víctimas, anunció la fuerza aérea.
La embajada de Estados Unidos en Kiev advirtió el miércoles de un “posible ataque aéreo significativo” contra Ucrania, sin más detalles, mientras el país ya se enfrenta a ataques rusos diarios, a menudo masivos.
El último de estos ataques masivos, el domingo, tuvo como objetivo una vez más el sistema energético ucraniano, provocando cortes de energía.
Por parte rusa, el Ministerio de Defensa informó haber derribado una cincuentena de drones ucranianos en varias regiones, incluida Moscú.
La propia Rusia es acusada de escalada y, según Kiev y Occidente, cuenta ahora con el apoyo de al menos 10.000 soldados norcoreanos. Corea del Norte también suministraría grandes cantidades de proyectiles y misiles.
Según la inteligencia surcoreana, Pyongyang ha entregado nuevos envíos de sistemas de artillería y lanzacohetes múltiples a Rusia.