Una Copa Davis, esta selección, España, Málaga… Había mucho para creer que la historia iba a terminar con un final feliz para Rafael Nadal. Esta competición, que había ganado cuatro veces, podría ofrecerle una gran final, si no individualmente, al menos colectivamente. No fue así y fue a partir de cuartos de final cuando la Roja abrió puerta ante una Holanda demasiado sólida hasta el doblete dominado por la pareja Botic Van de Zandschulp-Wesley Koolhof ante Carlos Alcaraz y Marcel Granollers. La inmensa carrera de Rafael Nadal terminó este martes.
Estaba escrito que la historia de Nadal tenía que acabar ahí
Alcaraz, el sucesor designado, había ganado su sencillo “por Rafa”, según sus palabras. Había un poco más de corazón de lo habitual para él, y también un poco más de presión. Tanto en individuales como en dobles, los jugadores españoles tenían derecho a la vida, lo que al menos quedaba, o a la muerte en la carrera de Rafael Nadal. Podríamos criticar cosas al Granollers en el último partido de estos cuartos de final pero por otro lado Holanda consiguió la proeza de practicar su mejor tenis en un momento evidentemente especial.
Van de Zandschulp y Koolhof, que también disputará esta semana los últimos partidos de su carrera por la final de la Copa Davis en Málaga, nunca parecieron molestarse por esta atmósfera de fin de era. Ambos aguantaron cuando delante Alcaraz sobre todo y Granollers también lo intentaron el todo por el todo. Ni siquiera el descanso en el segundo set sirvió de nada, estaba escrito que ahí tenía que acabar la historia de un Nadal no tacaño en “Vamos” durante el dobles.
La leyenda española terminó de escribir su leyenda frente a su público, frente a su familia también, su esposa, su hijo Rafael Nadal Junior. Hubo una ceremonia en su honor y muchas emociones. No importa que la historia no termine en apoteosis al final, Nadal lo dio todo y no se arrepentirá cuando guarde su raqueta. Adiós leyenda.