El encuentro fue tan impresionante como inesperado.
Hace unos días, mientras navegaba por las aguas del parque nacional de Port-Cros, en Hyères, un pescador se encontró con un gran tiburón blanco.
Una escena poco común en el Mediterráneo, inmortalizada y ampliamente difundida tanto en las redes como en los medios de comunicación.
Actualización con Nicolas Ziani, fundador y director científico del Phocaean Shark Study Group.
El próximo diciembre publicaremos nuevos datos sobre la especie en Francia, que van mucho más allá de las observaciones oportunistas.
¿Qué podemos decir de la espere observada en las aguas del Var hace unos días?
Desde la Edad Media han existido 794 ejemplares de grandes tiburones blancos. Un número que ha bajado considerablemente, al tratarse de una especie en peligro de extinción.
El 90% de la población ha desaparecido en el Mediterráneo, según los datos que tenemos, desde el siglo XVII. La causa: capturas accidentales masivas entre los años 80 y 90, especialmente mediante redes de arrastre de fondo.
Es una especie extremadamente amenazada y en peligro de extinción.
Aún no se sabe por qué el tiburón se acercó al barco pesquero, aunque la hipótesis de la comida parece muy plausible, porque al gran tiburón blanco le gusta mucho el atún.
¿Qué explica su presencia en nuestras costas?
En realidad, los grandes tiburones blancos no vienen hasta nosotros, viven allí. Existen diferentes poblaciones de grandes tiburones blancos en todo el mundo, incluidos los sudafricanos, australianos y mediterráneos, que son genéticamente distintos a pesar de algunas similitudes.
Forman parte de las especies importadas en la ola migratoria desde el Atlántico cuando se creó el Mediterráneo y fueron descubiertas por primera vez por científicos europeos.
¿Entonces su presencia no es rara?
De hecho no lo es, es el hecho de observarlo lo que sí lo es. Carecemos de datos científicos para poder cerrar el círculo de su reproducción, pero sabemos que los lugares de cría se encuentran tanto en el Canal de Sicilia como en el Golfo de Túnez.
Por otra parte, los encuentros entre el hombre y el gran tiburón blanco siguen siendo extremadamente raros. Observaciones oportunistas, como las de Hyères recientemente o las de Camarga en 2022, no las vemos todos los años.
Es una especie difícil de estudiar, porque es complicado acercarse. Los grandes tiburones blancos viajan varios cientos de miles de kilómetros al mes. Seguir sus movimientos es muy complicado.
¿No se puede establecer ningún vínculo con el calentamiento global?
No, sobre todo porque el gran tiburón blanco tiene una particularidad: está equipado con un intercambiador de calor, al que llamamos red admirable, es decir, una red venosa que le permite calentar su sangre y así tener independencia térmica. Se encuentra tanto en aguas a 5°C como a 25°C.