Romain Duris va a buscar a su hija a Japón, una dolorosa “parte perdida”

Romain Duris va a buscar a su hija a Japón, una dolorosa “parte perdida”
Romain Duris va a buscar a su hija a Japón, una dolorosa “parte perdida”
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¡Nunca sin mi hija! Este podría ser el grito del taxista francés interpretado por Romain Duris en una parte faltante Por Guillaume Sénez. Seis años después Nuestras batallasel dúo vuelve a cuestionar la paternidad en este drama que los lleva a Tokio.

“Fue después de que los expatriados nos contaran su lucha por volver a ver a sus hijos que comencé a escribir un guión con Jean Denizot. Me interesaron más las relaciones humanas que el hecho de que la trama se desarrolle en Japón”, explica el director a 20 minutos.

La burocracia en cuestión

La esposa japonesa de su héroe se fue con su pequeña hija, sobre la cual el padre ya no tiene ningún derecho. “La custodia compartida no existe en Japón”, explica Romain Duris. Le resulta casi imposible encontrar a su hija y tuvo que dejarlo todo para instalarse en Tokio con la loca esperanza de volver a verla después de años de separación”. Una francesa interpretada por Judith Chemla se encuentra en la misma situación que él.

“No quería atacar a los japoneses”, insiste el director. Este tipo de situación en la que la burocracia tiene prioridad sobre las personas podría ocurrir en cualquier país, incluida Francia. » Sin embargo, la dura prueba de estos padres privados de sus hijos no se ve facilitada por el hecho de que se encuentran en un país donde ni la lengua ni las costumbres les son familiares.

Sepa cómo permanecer neutral

Romain Duris ofrece una interpretación delicada y sutil. “En Japón hay que saber mantener la calma en todas las circunstancias o corres el riesgo de empeorar la situación si pierdes la calma”, explica Romain Duris. Es muy difícil entender y aplicar para un francés. » El actor habla en japonés en la película y logra transmitir la angustia de su personaje con un mínimo de expresión.

“Fue sorprendente tener que restringirse todo el tiempo”, recuerda. Aprendí a hablar japonés fonéticamente pero sobre todo trabajé para mantener mis entonaciones neutrales. Tuve una entrenadora que me corrigió cuando pensaba que estaba haciendo demasiado. Ella siempre me decía que mantuviera mi tono lo más plano posible, lo contrario de lo que la gente suele preguntarme”. Las raras ocasiones en que este hombre exhausto se enoja por las injusticias que experimenta son aún más sorprendentes. Sufrimos con él y tememos que pierda para siempre sus posibilidades de convencer a jueces y abogados.

El choque de culturas

Su reencuentro con su hija adolescente no simplifica su vida en un mundo donde todo está muy codificado. La familia de su esposa controla a su hija y le ordena no volver a verla. “Lo que el héroe vive es una pesadilla que el choque cultural hace especialmente dolorosa porque afecta a su hijo y éste se encuentra impotente ante el sistema”, declara Guillaume Senez. Es un Japón muy diferente al que vemos a menudo en el cine que revela una parte faltante.

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