Donald Trump ya llamó por teléfono a Vladimir Putin para pedirle que no provoque una escalada en Ucrania, recordándole de paso que había tropas estadounidenses en Europa. Una conversación publicada por el Washington Post, negada por el Kremlin, pero una filtración probablemente orquestada por quienes lo rodeaban, que revela el enfrentamiento que comenzó entre dos machos grandes y dominantes. Trump se jactó durante su campaña de que podría detener la guerra en 24 horas. Por tanto, prepara el terreno para el 20 de enero, día de su toma de posesión, enviando un mensaje en forma de advertencia al dueño del Kremlin, a quien no le importa. Lanza todas sus fuerzas a la batalla porque le quedan poco más de dos meses para conquistar la mayor cantidad de territorio posible y retomar la región rusa de Kursk, ocupada desde este verano por Kiev. Para lograrlo, Putin cuenta con refuerzos de la dictadura de Corea del Norte, que, además de varios millones de proyectiles, ha enviado alrededor de diez mil soldados. Prueba de que Rusia está luchando por reclutar nuevos reclutas. Al igual que Hitler, que en 1940, además de la Italia de Mussolini, había firmado un pacto tripartito con un Japón imperial que se suponía dominaba Asia, Putin concluyó un acuerdo de defensa con Kim Jong-un, el cruel tirano megalómano de Pyongyang que sueña con conquistar Corea del Sur. , defendido desde 1953 por fuerzas estadounidenses. Un primer paso hacia la internacionalización del conflicto. Lo suficiente para disgustar a Trump, impredecible a los ojos de Putin, que desconfía de este jugador de póquer mentiroso, acostumbrado a forzar acuerdos. Si amenaza con abandonar a Europa presa del pánico ante esta idea, es sobre todo para que finalmente se haga cargo de su defensa. Presión que ya está ejerciendo a distancia sobre Putin de cara a futuras negociaciones, que podrían resultar dolorosas para Ucrania y Rusia. En caso de fracaso, Trump siempre puede amenazar a Putin con entregar a Kiev todas las armas que le faltan.
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