Con motivo de la publicación de su libro. ¿Quién es Mélenchon?Julien Dray concedió una entrevista a JDD, en la obra analiza el papel de Jean-Luc Mélenchon y La France insoumise (LFI) en la transformación y, según él, la deriva de la izquierda francesa. Explora en particular la posición controvertida de LFI sobre cuestiones internacionales, en particular sobre el Islam y Palestina, que se destacó particularmente después del 7 de octubre.
Mélenchon, entre el cinismo y la sinceridad ideológica
Julien Dray sostiene que la evolución de la izquierda radical en Francia estaría influenciada en gran medida por las ideas trotskistas británicas de la década de 1990, para quienes Estados Unidos era visto como una fuerza contra la cual había que luchar y donde los movimientos islamistas se convirtieron en aliados. Según Dray, esta visión parece haberse consolidado en Mélenchon, quien, inicialmente cínico en su postura, ahora sería sincero en su compromiso. El episodio de los chalecos amarillos habría marcado un punto de inflexión: ante el ascenso de la Agrupación Nacional entre el electorado popular blanco, Mélenchon habría visto en ciertos grupos musulmanes un electorado alternativo, considerado como los “nuevos condenados de la Tierra”.
Para Julien Dray, Mélenchon no es sólo la consecuencia de la pérdida de identidad de la izquierda, sino también un obstáculo para su reconstrucción. Debido a su fuerte presencia y su peso electoral, los demás partidos de izquierda parecen incapaces de separarse del LFI, a pesar de las diferencias ideológicas y los recientes desvíos de algunos de sus miembros. Dray explica que un gran número de partidos de izquierda siguen colaborando con el LFI, no sólo por falta de nuevas ideas, sino también por la influencia de Mélenchon en la distribución de los escaños electorales, como mencionó recientemente Olivier Faure, del Partido Socialista.
¿Hacia una nueva izquierda republicana y universalista?
Para Dray, el futuro de la izquierda debe escribirse sin los partidarios más radicales de Mélenchon. Pide una izquierda que, para recuperarse, tendrá que reconectarse con el universalismo republicano y liderar una reconquista ideológica, particularmente entre los jóvenes. Sin una ruptura clara con la actual línea del LFI, teme que la izquierda se pierda en luchas de alianzas y oportunismo electoral en detrimento de una visión clara e inclusiva de la sociedad.
En resumen, Julien Dray pinta un retrato crítico de Jean-Luc Mélenchon, a quien considera a la vez síntoma y motor de una crisis de identidad en la izquierda francesa.