Las Finales ATP 2024, celebradas una vez más en el espléndido escenario de Turín, llegaron entre expectativas muy altas, pero el torneo de este año parece carecer de dos aspectos fundamentales: la calidad general y la imprevisibilidad que en años pasados hicieron que este evento fuera realmente imperdible. La ausencia de Novak Djokovic se siente, no sólo por su valor técnico, sino también por el aura de desafío y rivalidad que falta. De hecho, la edición de este año parece dominada por algunos nombres sin antagonistas reales, lo que reduce el suspense y el patetismo que han hecho grande a este torneo en el pasado. Entre rivales que luchan por ofrecer actuaciones a la altura y un escenario general de inconstancia, el torneo de este año corre el riesgo de parecer más un escaparate de promesas incumplidas que un verdadero desafío entre gigantes.
El jugador a batir y favorito para ganar el evento es sin duda el jugador local Jannik Sinner. El año pasado, el surtirolés hizo soñar a millones de italianos al realizar un torneo extraordinario, superando a Djokovic en los grupos en uno de los partidos más emocionantes del año, para rendirse en la final ante una actuación monstruosa del propio serbio. Después de la derrota por precaución en Bercy, el objetivo parece bien definido: ganar la final y, sobre todo, ganar por primera vez en Italia. Teniendo en cuenta la consistencia de Jannik este año, lo apoyamos firmemente como ganador de esta edición de las Nitto ATP Finals. Creo que el verdadero peligro podría ser Alexander Zverev, un alemán en excelente forma con su reciente victoria en el Master 1000 de París, y dos veces ganador en las ediciones de 2018 y 2021, esta última en Turín. Carlos Alcaraz, tras un buen comienzo con el doblete de Roland Garros y Wimbledoon, se ha mostrado un poco decepcionante en esta segunda parte de la temporada, con actuaciones que no convencen precisamente: alternando destellos del ‘Número 1’ con momentos oscuros, como las dos derrotas sufridas en el Masters de Cincinnati y París por Monfils y Humbert, o el 3-0 conseguido con claridad en el US OPEN por el holandés Botic Van de Zandschulp.
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Después de los 3 favoritos, personalmente veo un auténtico abismo. Medvedev tuvo uno de sus años más desastrosos, a pesar de un buen comienzo de temporada, el ruso sufrió una serie de derrotas contra oponentes que eran manejables en el papel, y nunca pudo preocupar ni a Sinner ni a Alcaraz. De Miñaur no apareció en óptimas condiciones tras regresar de la lesión sufrida en el US OPEN.
Este año Ruud ha experimentado una completa involución, expresando el tenis Top 100. En cuanto a Rublev, salvo el Master 1.000 de Madrid y un 250 de Hong Kong, ha sido el jugador más irregular. El único en mi opinión que merecía esta etapa fue el estadounidense Taylor Fritz, quien en los últimos años ha sido consistente en sus resultados, logrando su primera Final de Slam en septiembre pasado.
Una mirada al pasado
Si nos remontamos al periodo 2015-2016, las Finales ATP eran sinónimo de puro espectáculo y lucha sin límites. Jugadores como Federer, Nadal y Djokovic lucharon en partidos del más alto nivel y con resultados muchas veces inciertos. En aquellos días, a pesar de la presencia dominante de los Tres Grandes, siempre existía una posibilidad real de que surgiera un forastero, como un Murray, un Del Potro o un Wawrinka. Además, las rivalidades históricas hicieron de cada partido algo más que un simple desafío: era un capítulo añadido a historias competitivas y personales que se habían construido a lo largo de los años, como los interminables duelos entre Federer y Nadal o los partidos de resistencia entre Djokovic y Murray. Cada partido estuvo tan lleno de significado y anticipación que fue memorable.
Este año, la ausencia de Nole le ha quitado una piedra angular del torneo y, con él, uno de los mayores protagonistas de la competición. Falta un poco de magia… a pesar de que el precio de las entradas se ha triplicado respecto a la última edición. La falta de rivales reales del mismo nivel hace que el resultado del torneo parezca casi ya escrito: los favoritos no enfrentan grandes obstáculos y el nivel general de los partidos no parece alinearse con las ediciones más emocionantes del pasado.