Los voluntarios intentan borrar las cicatrices del desastre. La ira no disminuye.
Incluso sus gafas están parcialmente cubiertas de barro. Desde hace más de una semana, Fernando, mayorista de juguetes de Alfafar, en las afueras de Valencia, limpia su almacén, que quedó completamente devastado por las inundaciones.
Con la ayuda de voluntarios ya ha retirado varios metros cúbicos de mercancías. Pero todavía queda mucho trabajo por hacer. “Es difícil: hay que tirarlo todo. No pudimos salvar nada. Vamos a tener que dejar a los empleados sin trabajo”.
Frente a su almacén, sigue reinando el caos con decenas de vehículos volcados, montañas de residuos y barro por todas partes.
“Y lo peor es el contraste”
“Se siente como Gaza, en una zona de guerra” testifica Pierre, un vecino de Narbona que vino a ayudar. “Es impresionante y lo peor es el contraste entre estos barrios y el centro de la ciudad donde no pasó nada, con gente en las terrazas tomando algo”.
El martes, el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, anunció una ayuda excepcional de 10.000 millones de euros para las víctimas de la catástrofe. No lo suficiente para animar a Santiago. “¡Estoy seguro de que no recibiremos ni una cuarta parte de esa cantidad! “No será suficiente para compensar a las familias que se encuentran en paro.”
Miles de voluntarios se turnan cada día para limpiar las calles, los bajos y los negocios. Pero el trabajo es titánico. La Avenida Cami Nou, la calle principal de Alfafar, ha vuelto a la normalidad desde que se retiraron los vehículos.
Pero en otros barrios el panorama es el mismo que el día después del desastre. Más allá de los voluntarios, miles de profesionales acuden de toda España para ayudar a las víctimas. Azzedine Ayadat viajó desde Pamplona.
“Lamentablemente puede haber gente”
Este agente de protección civil explora aparcamientos subterráneos en busca de víctimas. “En cualquier garaje donde hay agua puede haber sorpresas y lamentablemente puede haber gente”.
El ejército también está desplegado pero, según los vecinos, tardó mucho en llegar y no tiene medios para ayudar a todos. “Ninguno vino a mi almacén. Todo lo que se limpió fue gracias a estos estudiantes y a este francés de Narbona” Preciso Fernando.
Desde que las lluvias torrenciales cayeron sobre Valencia, la gestión pública de las alertas y socorros está en el centro de las polémicas entre el Gobierno central del socialista Pedro Sánchez y la Comunidad Valenciana presidida por el conservador Carlos Mazón.
“Dimite Sánchez, asesino de Mazón”, leemos en las paredes de una casa de Alfafar. El enfado crece entre los vecinos, convencidos de que la falta de coordinación entre las distintas administraciones ha empeorado la situación.
“Ahora no es el momento de discutir” defiende Maria José Català, alcaldesa conservadora de Valencia. Cuestionada por Midi Libre, la representante electa del Partido Popular se defiende. “La gente está en shock y sabemos que están buscando a los responsables, pero lo más importante es seguir trabajando”.
“Pasamos por todas las emociones”
Más de una semana después del desastre, todavía no hay una evaluación definitiva y reina la confusión, alimentada por las sospechas y los rumores descabellados difundidos en las redes sociales por personas influyentes de extrema derecha. “En los medios no oficiales se hablaba de 1.900 desaparecidos el sábado pasado y el martes la justicia explicó que en realidad eran sólo 89. ¡Aún hay una diferencia enorme!”. exclama Rafael, que acoge a sus suegros desde que se inundó su apartamento en Paiporta.
“No entiendo por qué todavía no sabemos exactamente cuántas personas murieron”. En el barrio de Latorre, donde murieron 8 personas, la inmobiliaria de Sandra está casi vacía.
“Pasamos por todas las emociones, lloramos, nos enojamos pero no sirve de nada, hay que seguir trabajando”. Sandra explica con lágrimas en los ojos. Una semana después, esta mujer resignada ya no intenta comprender cómo pudo ocurrir tal catástrofe.