La “prueba de choque” de la democracia estadounidense

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Durante un mitin de campaña de Donald Trump en Macon, Georgia, el 3 de noviembre de 2024. CHIP SOMODEVILLA / GETTY IMAGES VIA AFP

La democracia se pondrá a prueba en Estados Unidos durante las elecciones presidenciales del 5 de noviembre y en los días siguientes, si la agencia de noticias Associated Press, que desempeña el papel informal de árbitro de las elecciones, no declara vencedor a ningún candidato de la noche a la mañana. La responsabilidad recae principalmente en el candidato republicano, Donald Trump, que, como durante sus dos primeras campañas en 2016 y 2020, se negó a aceptar de antemano el veredicto de las urnas y a respetar el principio de transición pacífica del poder.

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Esta prueba es una continuación de su negocio de cuestionar los resultados de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre de 2020. Culminó con el asalto de sus seguidores contra el Congreso el 6 de enero de 2021. Este episodio fue devastador para la imagen de Estados Unidos. Estados Unidos, un país que desde hace tiempo se presenta como modelo.

De hecho, los principales indicadores de buena salud democrática, los de Freedom House, organización financiada por el gobierno federal americano, así como los del instituto V-Dem, observatorio adscrito a la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, financiado principalmente por el Banco Mundial, destacan el deterioro de la democracia en Estados Unidos. una encuesta de New York Times mostró el 27 de octubre que el 76% de los encuestados considera que ya es « amenazado »incluso si republicanos y demócratas difieren sobre el origen del peligro.

Teoría de la conspiración

Este declive alimenta debates como muchos trabajos académicos. A ello contribuyen tres factores: los efectos devastadores de la desinformación, el cuestionamiento de las normas que rigen las elecciones y la tentación de“ampliación » del poder ejecutivo, según la fórmula de la politóloga estadounidense Nancy Bermeo.

Dos investigadores de la Brookings Institution, un grupo de expertos progresista de Washington, Elaine Kamarck y Darrell West definen la desinformación como material “falso, organizado, intencionado y malicioso, nocivo y rápido” en un trabajo publicado en agosto, Mentiras que matan. Una guía ciudadana sobre la desinformación (Rowman & Littlefield Publishers, 176 páginas, 26 euros, sin traducir). El crecimiento de esta desinformación a la que se suma el hombre más rico del mundo, Elon Musk, ferviente partidario de Donald Trump, con su red social con el colapso de los medios tradicionales en Estados Unidos. Con la desaparición desde 2005 de 2.900 periódicos locales, según la Universidad Northwestern, el país está viendo paradójicamente el surgimiento de “desiertos de información”.

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