La catástrofe por inundaciones en Valencia reveló debilidades en la protección contra catástrofes. Se culpa al jefe regional conservador y al primer ministro socialista de graves fallos.
Las comunidades autónomas en España son responsables de la protección civil desde hace 40 años. Después de una gran inundación en Bilbao en 1983, los vascos lucharon por esta autoridad del gobierno central ante el Tribunal Constitucional. El fallo también sentó un precedente para la mayoría de las diecisiete comunidades autónomas de España.
Pero es precisamente esta redistribución de competencias la que ahora está teniendo consecuencias fatales tras los fuertes temporales en Valencia. Aunque las regiones son responsables de la protección civil de su población desde hace décadas, no han previsto suficientes recursos para ello en sus presupuestos. En España, la protección civil a nivel regional suele significar operaciones en fiestas populares o medidas de seguridad en partidos de fútbol y carreras de coches, pero poco más. Los escasos recursos están lejos de ser suficientes para responder adecuadamente a un desastre ambiental como el actual, que hasta ahora ha dejado más de 210 muertos y más de mil desaparecidos.
Un primer ministro vacilante
A esto se suman sensibilidades políticas que impidieron una acción valiente y coordinada después de la tormenta del siglo. El líder regional conservador de Valencia, Carlos Mazón, dudó durante varios días en aceptar las ofertas de ayuda del presidente del Gobierno socialista, Pedro Sánchez. Inicialmente sólo aceptó desplegar el ejército en uno de los cuatro distritos más afectados.
Pero Madrid también tiene que aceptar la acusación de omisiones graves. Sánchez ciertamente tuvo la oportunidad de declarar una “emergencia nacional” destinada a tales casos, pero decidió no entrar en una disputa de competencia con Mazón. Sólo así se comprende que tuvieron que pasar seis días antes de que, por ejemplo, el aparcamiento subterráneo inundado del mayor centro comercial de Valencia pudiera ser vaciado al menos lo suficiente para que los equipos de rescate pudieran iniciar la búsqueda de víctimas. Por lo tanto, las posibilidades de rescatar a los supervivientes de los coches después de tanto tiempo son escasas.
Los ciudadanos de las regiones inundadas han sentido de primera mano las consecuencias de la desafortunada distribución de poderes. Te sientes abandonado. Mientras esperan alimentos, medicinas y agua potable, tienen que observar cómo los políticos se pasan la pelota entre sí por la respuesta tardía a la crisis.
Instituciones del Estado en descrédito
El hecho de que los exhaustos residentes de Paiporta arrojaran barro a la pareja real de España, Sánchez y Mazón, durante una visita a su ciudad destruida el fin de semana, dando lugar a escenas tumultuosas, debe considerarse como una advertencia seria y muestra hasta qué punto las instituciones estatales están ahora desacreditados por sus ciudadanos aconsejados.
Y el hecho de que miles de voluntarios de toda España hayan acudido en masa a la zona metropolitana de Valencia en los últimos días y hayan tratado de compensar la falta de acción de las instituciones estatales es una señal más de que los políticos deben reaccionar.
La catástrofe de las inundaciones en Valencia ha mostrado ahora los límites del modelo territorial español, al menos en lo que respecta a la protección civil. No se puede evitar revisar la distribución de competencias entre las autoridades regionales y el Estado central. Esto será un desafío, especialmente porque la transición a un modelo federal después de 40 años de dictadura no fue nada fácil.