Zverev implacable, Humbert con el capó abierto
Quedaba por ver cómo reaccionaría Humbert, después de una larga pausa para ir al baño. Desafortunadamente, fue bloqueado desde el principio por Zverev, quien le mostró la cancha, París y los suburbios con él. Implacable, había decidido que el 3 de noviembre no sería una nueva fiesta popular en Francia. Los rostros tensos del tenis francés en la tribuna presidencial corroboraron esta impresión de inevitabilidad. Humbert, limitado a unos pocos puntos calientes en su servicio, se perdió. Pero no debemos olvidar su magnífico recorrido hasta este triste final. Un viaje lleno de esperanzas para la próxima temporada, sobre todo si logra que el nivel de juego demostrado, en particular contra Carlos Alcaraz, sea su habitual más que un impulso en la temporada. Si lo consigue, nada nos impide verlo levantar también grandes trofeos. Zverev ya está en esta dimensión. La de los campeones.