Guiliano Simeone marca el paso del Atlético para derrotar a Las Palmas | Fútbol | Deportes

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El respetuoso silencio con el que se escuchó el himno de la Comunidad Valenciana en el Metropolitano delató que no era un día apetecible para jugar al fútbol. Puestos a ello, ganó el Atlético con Giuliano Simeone como abrelatas y Sorloth como rematador final de un triunfo que el Atlético necesitaba después de los últimos revolcones y con la visita del miércoles al PSG de fondo. El hijo del Cholo marca el camino de un equipo que aún se busca. Fue superior el Atlético desde el inicio, más sólido con los recuperados Lenglet y Barrios. Este tuvo un par de ocasiones que interrumpieron el partido mudo que se vivía en las gradas.

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Jan Oblak, José María Giménez, Clément Lenglet, Javi Galán (Reinildo, min. 83), Nahuel Molina, Samuel Lino (Conor Gallagher, min. 45), Giuliano Simeone (Axel Witsel, min. 83), Koke, Pablo Barrios ( Rodrigo De Paul, min. 45), Julián Alvarez (Ángel Correa, min. 64) y Antoine Griezmann (Alexander Sørloth, min. 64)

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Jasper Cillessen (Dinko Horkas, 59 min), Alex Suárez (Mika Marble, 80 min), Alex Muñoz, Scott McKenna, Viti Rozada, Kirian Rodríguez (Manu Fuster, 86 min), José Campana (Javi Muñoz, 63 min). , Darío Essugo, Fabio Silva (Jaime Mata, 86 minutos), Alberto Moleiro y Sandro Ramírez (Oliver McBurnie, 63 minutos)

Goles
1-0 min. 36: Giuliano Simeone. 2-0 min. 82: Sorloth

Árbitro Ricardo de Burgos Bengoetxea

Tarjetas amarillas

Clément Lenglet (min. 72), Viti (min. 87)

No estaba el personal con ganas de bullicio. En medio de ese silencio, solo quebrado cuando había una acción brillante, Giuliano irrumpió al espacio en velocidad a un pase largo de Molina. Prosiguió su carrera hacia la portería rival con un toque de cabeza con el que domó el bote de la pelota y se plantó frente a Cillesen. El vástago del entrenador cruzó la pelota a la esquina y salió disparado al banderín de córner para celebrar su primer gol como jugador del primer equipo rojiblanco. En la banda, su padre, probablemente por el qué dirán, se contuvo. Puede que fuera uno de los goles que externamente con menos efusividad haya celebrado desde que dirige al Atlético. Internamente, la felicidad debió ser doble, por quién y por cómo marcó. La jugada fue ensayada en el entrenamiento del sábado. En apenas un mes, Giuliano le ha salvado los muebles a su padre y a sus compañeros en tres ocasiones. Fue decisivo en la victoria contra el Leganés, rascó un penalti en Vic cuando nadie descartaba ya una posible debacle histórica en la Copa y este domingo abrió el marcador. No deja de llamar la atención quienes son los actuales dueños de los carriles en el Atlético. Con Llorente lesionado y Molina sin recuperar el nivel, Giuliano se ha hecho con el puesto. A la izquierda, con Lino y Riquelme en horas bajas, más las limitaciones de Reinildo con la pelota han aupado a Javi Galán a ocupante del carril izquierdo. Ahora, el Atlético juega con dos toritos en los carriles. Dos jugadores que salen en estampida hacia adelante para embestir por velocidad sin importarles lo que hay oír delante y por detrás. Para un equipo que pulula timorato, la vitalidad de sus carrileros es un bien apreciable.

El tanto de Giuliano hizo justicia en tanto en cuanto el Atlético fue el equipo que jugó más en campo contrario. Le faltó brillantez, pero vivió destensado en las inmediaciones de su área. No le funcionaron a Las Palmas sus jugadores más desequilibrantes con la pelota, como Campaña, Kirian y Moleiro. Solo Favio Silva se batió ganador en los duelos aéreos con Lenglet para prolongar balones largos o aguantarlos. Se impuso en todos al francés, al que se le notó aún falta de horas de vuelo para ser más contundente en ese tipo de acciones. En una de ellas, Favio Silva hizo una pared con Sandro y este le lanzó hacia Oblak. Escorado, el disparo del atacante luso fue duro, pero centrado. Esa fue la única muesca de Las Palmas en todo el partido, poco antes de que Giuliano abriera el marcador. Después, al borde del descanso, una combinación entre el menor de los Simeone y Barrios acabó con una rosca de este que Griezmann estampó en el travesaño.

Con la ventaja en el marcador, Simeone dispuso dos cambios de distinto cariz. Sentó a Barrios por precaución con vistas al partido del miércoles y relegó a Lino, intrascendente otro partido más. Por el primero entró De Paul, que tuvo que escuchar los abucheos de una grada descontenta con su rendimiento. Debió picarle el orgullo al volante argentino, que le puso intensidad y pie fino. La primera vez que lo exhibió dejó a Nahuel Molina ante Cillesen, pero su compatriota llegó tarde a meter la bota e impactó en la cabeza del meta neerlandés. Después de reincorporarse se desvaneció y se aplicó el protocolo de prevención para las conmociones cerebrales. Las ruletas de cambios que siguieron en uno y en otro equipo no variaron el aire del partido. Siguió siendo del Atlético, que rubricó el triunfo después de que De Paul se inventara un pase telescópico para Sorloth. El noruego, que necesita grandes dosis de autoconfianza tras su aciaga noche ante el Lille, definió con contundencia para cerrar el partido. En la banda, Simeone celebró aliviado el acierto de Sorloth porque necesita de sus goles para enderezar el rumbo de su equipo.

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