Era una Juve de “no me pegues”, por citar al 883, como lo hace prácticamente todo el mundo. Y el “no me peguen” fue la gran invitación, deliberadamente arrogante y ciertamente enojada, que el grupo dirigió a todo el entorno. Incluidos los fanáticos. Sí, porque los pitos en el Estadio no parecieron injustos ni por un momento, pero no entender el contexto podría crear algunas dificultades para Thiago Motta, que es tan joven (para el banquillo) como los chicos que entrena. Y que en Udine fueron absolutamente decisivos.
Y así, la victoria de la Juventus fue casi una rebelión. Como diciendo: te mostramos, aquí y ahora, exactamente quiénes somos. ¿Y quién es, la Juventus? De hecho: ¿qué es? Un swing, eso seguro. Pero también un equipo que, si mantiene lo demostrado en Friuli, lo tiene todo para pasar el corte. Para mantenerse conectado con el momento, con las antenas rectas y la sana imprudencia que ayuda a todos los posibles, potenciales e importantes regresos. Aquí: sólo la continuidad nos dirá si el equipo de Motta tiene en la cabeza la idea de perseguir. Por el momento, demasiadas pistas diferentes no nos aportan ninguna evidencia. En todo caso, los confunden y contaminan.
Sin embargo, hay algo, más que algo, que la Juve debe aportar a Turín desde el partido contra el Udinese. El primero: no haber encajado ningún gol, que marca la diferencia del mundo. El segundo: un poco de suerte, que objetivamente volvió a girar (el palo que se convirtió en asistencia para el gol en propia puerta de Okoye y luego para Savona, el propio travesaño para Lucca). La tercera: las opciones de Thiago finalmente encuentran continuidad y luego aportan soluciones. Muy importante, soluciones.
Motta persistió en su idea y nunca vaciló. Al tomar decisiones sólidas: Estrella a la izquierda sigue siendo una intuición derecha. Thuram ha vuelto a buenos niveles. Weah fue un descubrimiento. Por momentos parecía que el autocar circulaba a 150 kilómetros por hora por la circunvalación y a veces demasiado lento por la autopista. Pero mantuvo su ritmo, un ritmo que el equipo absorbió y acabó rechazando sólo cuando cabeza y piernas no iban juntas.
A lo largo de esta primera parte de la temporada ha surgido una verdad absoluta: la Juventus es un equipo fuerte si está 100% conectado con las creencias del entrenador. O con una defensa central a la altura de sus ambiciones. O con un delantero centro que pueda sustituir a Vlahovic. Tres elementos, eso sí, dispuestos a aportar pruebas contundentes. Representan todo lo que le falta al club para sacarle el máximo partido a este año.
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