Las cosas parecen más difíciles para los demócratas en el Senado. Allí cuentan ahora con una mayoría mínima de 51 sobre 100 (incluidos 4 “independientes” que forman una facción con los demócratas, como Bernie Sanders). De los 34 escaños candidatos a la reelección, 23 están actualmente ocupados por demócratas. Del lado republicano, sólo quedan 11 escaños por cubrir.
De modo que los demócratas tienen más escaños que perder. Es casi seguro que perderán un escaño en Virginia Occidental; otros dos (en Ohio y Montana) son particularmente vulnerables. Por el contrario, a primera vista pueden tener pocas esperanzas de conseguir un escaño republicano, aunque no se pueden descartar sorpresas.
Si los republicanos ganan un escaño en el Senado y Trump se convierte en presidente, también tendrán la mayoría en el Senado. Porque entonces son 50 contra 50 y el voto del vicepresidente (en ese caso el republicano JD Vance) es decisivo. Si ganan dos o tres escaños, seguramente tendrán la mayoría, incluso si Harris fuera elegido.
Por el contrario, los demócratas sólo pueden perder un escaño y deben ganar la batalla por la Casa Blanca para conservar su mayoría.
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