Iván García Pérez, de 42 años, estaba en su casa de Alfafar el pasado martes disfrutando de unos días de vacaciones. Cuando llegó la mortífera tromba de agua sobre las 20 horas pensó en ayudar en cuanto pudiera bajar a unas calles ya colapsadas. “Ante una tragedia toca, después de sobrevivir, ayudar en todo lo que puedas”, comenta este policía que a las tres de la madrugada ya estaba echando una mano a la gente. Entonces, los coches ya se habían amontonado en las calles, formando barreras a veces infranqueables que impedían el acceso a las plantas bajas y el tránsito. Además del corte de luz y electricidad, no había apenas cobertura en los móviles y, por tanto, era muy difícil contactar con nadie durante el miércoles y jueves. Este viernes, las comunicaciones y suministros empiezan a mejorar, pero todo muy poco a poco, con muchas carencias.
Iván lanzó en su cuenta de X un ofrecimiento: “Si alguien quiere contactar con personas a las cuales no han podido localizar en Alfafar, que me escriban y me den su dirección o nombre completo e iré comprobando sus domicilios y contestando poco a poco. Dadle difusión; gracias”. El mensaje tuvo múltiples visitas y comentarios en apenas dos días. “Catalina Rodríguez Díaz, señora mayor con respirador y dependiente. Maestro Barrachina 23″, escribió María Teresa. “¡Localizada! La tienen servicios sociales junto a su nieta. ¡Están bien!”, respondió Iván al cabo de unas horas.
“Hemos podido ayudar a tres familias que han encontrado o no podían contactar con sus seres queridos”, explica el policía a este periódico por teléfono. “He localizado con vida a Catalina Rodríguez en calle Maestro Barrachina y a Raúl Bresos en la avenida de Reyes Católicos en Alfafar. Están todos bien. Familiares avisados. Seguimos”, escribía el agente en X. “Ahora tenemos luz, pero antes no había. La gente no podía cargar sus móviles. Mi Twitter estaba ahí y lo he empleado, con mensajes públicos y privados”.
Iván destaca la solidaridad de los vecinos, pero no puede evitar también constatar la mezquindad de algunos. Dice en un correo en su cuenta: “Y ahora, tras la desgracia, voy a contar la MISERIA HUMANA de la gente. Cuando en Alfafar paró de bajar agua, desde las 12 hasta las 3 de la mañana bajé para ayudar a gente. Mientras yo y muchos ayudábamos, otros SAQUEABAN comercios de gafas, teles… TODO. Qué rabia sentí”. “Sí, es así. En las tragedias hay generosidad y también miseria humana: Mientras ayudábamos a la gente a pasar una calle, otros estaban robando”, comenta, antes de marcharse a por una furgoneta y llenarla de comida para volver con ella. De momento, no puede reincorporarse al trabajo. La mayoría de comunicaciones siguen cerradas, no hay metro, no hay coches privados. “Mientras tanto, voy a continuar ayudando en lo que pueda aquí, en mi pueblo”, añade.
