Si bien todavía se teme encontrar los cuerpos de decenas de personas desaparecidas, la magnitud de los daños en la región de Valencia obliga a las víctimas a ayudarse entre sí. Un gran trauma está atravesando a los habitantes, en particular a los de la localidad de Castellar, en las afueras de Valencia.
Según las autoridades españolas, todavía hay varias decenas de desaparecidos. Las inundaciones en el sureste de España, en la región de Valencia, han matado al menos a 158 personas. Poco más de 72 horas después de las lluvias que cayeron sobre el territorio, decenas de miles de víctimas presencian paisajes de desolación y otros tantos edificios por reconstruir. Lo suficiente como para causar un cierto trauma a todos los habitantes, obligados a ayudarse unos a otros dada la magnitud de los daños.
Poco a poco el asombro da paso a la ansiedad. Mientras los servicios de emergencia limpian las calles y los barrios, los residentes apenas comienzan a retirar todo lo que el paso del agua ha destruido o inutilizado. En Castellar, un pueblo de unos 7.000 habitantes al sur de Valencia, Mati Monbarral vino a vaciar el piso de la planta baja donde vivió durante toda su infancia. “Dentro no queda nada más que agua y barro. El agua pasó por aquí y mi madre estaba sola en ese momento.”ella señala.
Lo siento por todas aquellas personas que murieron en el desastre, esta mujer dice que tiene suerte de que nadie murió o desapareció en su familia. Sin embargo, dice que lo ha perdido todo: “Se ve todo a mi alrededor que tiene que desaparecer. Aquí no guardé mucho, ni la lavadora ni los muebles, así que tenemos que tirarlo todo”. lamenta el residente.
En las calles de Castellar estamos trabajando duro para secar un poco el pueblo. Los oficiales raspan el agua fangosa hacia las tapas de alcantarilla retiradas. Manuel Jop, de unos sesenta años, instaló él mismo una bomba conectada a un tractor para recuperar su garaje. “Aquí hay tres metros de profundidad. Estamos intentando sacar el agua con una bomba. Apenas queda un metro de agua”.
El dolor de los vecinos sigue vivo, al igual que el de los testigos directos de la tragedia. Estos supervivientes, atendidos en un gimnasio del centro de Valencia, confiesan, como Aarón “sentir mal“. Con los ojos enrojecidos, este trabajador se encontraba en la carretera, pasajero de un autobús en el momento de la tragedia. Herido en el tobillo, dice que salvó a una joven del poder de las olas.
“No podría ayudar a más personas. Me siento mal porque no tengo casa, no sé a dónde ir. Y porque me acuerdo de todo…”
Aarón, superviviente de las inundaciones en Españaen franciainfo
Aaron resbala y la gente es arrastrada por las aguas turbias. Dice, desde entonces, abrumado por un sentimiento de impotencia: “Por ahora prefiero que se atienda a los que sufrieron más que yo. Espero mejorar y tarde o temprano hablaré con un psicólogo o médico sobre lo que vi…“
A su alrededor, como los supervivientes que eran hasta 300 en este pequeño gimnasio de Valencia en plena crisis, los habitantes de la ciudad, se salvaban. Muchos de ellos se solidarizaron brindando ayuda. “Entonces, en todo esto hay zapatos de niño y de adulto, también traje leche, cajas de lentejas…“, sonríe Laura, que vino a hablar con las víctimas.
“Yo soy un profesor. Cuando volvamos al cole voy a hablar de todo eso, de cómo ha cambiado la vida, de cómo nos pueden pasar desastres a nosotros y a nuestros hijos… Tenemos que trabajar este aspecto psicológico.“, asegura la joven para quien este desastre resuena aún más particularmente. Después de las inundaciones de 1957, sus propios padres tuvieron que abandonar el centro de Valencia y su alojamiento quedó inhabitable.
Al mismo tiempo, todo el mundo está atento a los últimos informes, el tiempo y las alertas repetitivas. “deja pasar la ayuda” Insta a enviar un mensaje de las autoridades a todos los celulares varias veces durante el día. “La situación genera ansiedad, ¿no?” Pregunta Manuel, preocupado por no saber qué podría pasar en los próximos días. “También nos preocupan los seguros, lo que decidirán las autoridades”.
La otra gran incertidumbre sigue siendo la lluvia, que se teme en los próximos días, con el temor de nuevas víctimas y de que estas primeras operaciones de limpieza queden reducidas a la nada. El episodio no ha terminado, recordó el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.