Miércoles, 30 de octubre 2024, 15:05
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Trapos
Eleuterio Torres lo ha perdido todo. Este vecino de Álora ha visto como el río Guadalhorce se ha llevado su casa por delante y con ella el recuerdo de toda una vida. Un día después de que la Dana inundara su vivienda, aún no ha podido hacer una valoración de los daños, ya que apenas ha parado de llover y la zona se encuentra impracticable. «Está todo destrozado, ha sido un desastre», lamenta.
Cuando el río se desbordó, él no se encontraba en casa, por lo que al llegar por la tarde apenas pudo acceder a la zona de la Isla, donde se encuentra la vivienda. Por eso esta mañana temprano se ha arriesgado a ir a la casa pese a lo inestable del terreno. «Queríamos ver cómo estaba todo y comenzar a limpiar, pero nos hemos tenido que volver porque la lluvia ha empezado a caer con fuerza», asegura ya de vuelta.
Y es que el día después de las inundaciones, la situación sigue siendo caótica en uno de los municipios más afectados por la Dana. Con multitud de caminos impracticables (muchos de los accesos a las pedanías son por caminos de tierra) y sin agua potable, los afectados han optado por quedarse a resguardo y ni siquiera acercarse a las viviendas. «Para eso tendremos que esperar a que mejore el tiempo», apunta Eleuterio.
Según confirmaban los propios afectados, los principales daños se han producido en ambos cauces del río Guadalhorce, tanto en la zona de La Isla como en el entorno de la estación de Cercanías (servicio que ya ha sido restablecido) o en diseminados como Mijo. Sin embargo, la inutilización de los pozos ha dejado a todo el pueblo sin agua potable, por lo que todos los vecinos, de una u otra forma, se encuentran afectados.
La incesante lluvia obligó a retrasar las tareas de limpieza en las viviendas afectadas
Muy próximo al puente que cruza el río, Daniel Aguilar trata de recomponerse a la situación. Él, que regenta el bar Dani, ha sufrido numerosos destrozos en el sótano del bar, donde guardaba un coche, una moto y numeroso material del negocio. También en una huerta de naranjos y limones que tiene frente al bar. «Aquí había más de medio metro de agua y me va a costar mucho dinero», confiesa. Aunque acto seguido añade: «Yo puedo llorar con un ojo porque peor están los que lo han perdido todo».
Es el caso de David Morilla, otro vecino de La Isla, quien también se ha tenido que conformar con ver de lejos los destrozos que ha causado el temporal en su propiedad. «Apenas hemos podido entrar en la casa porque no se puede pasar por la carretera», reseña. Sin ánimo para dar muchas explicaciones, recuerda que ellos salieron de casa a las 8.30 cuando vieron que la lluvia se intensificaba y que todavía no han podido analizar todos los daños. «No creo que se pueda salvar nada».
Al otro lado del río, la fábrica de Leba ha sido de las más afectadas. Miguel Osuna es uno de sus trabajadores y detalla que al agua llegó hasta la segunda planta del edificio. «Los daños han sido enormes porque se ha perdido todo lo que había». Aunque no sólo los daños se han producido dentro de la nave, sino que el agua se ha llevado por delante al menos una docena de coches de los trabajadores. «El personal aparca aquí y se va a la obra en el coche de la empresa, por lo que todo el mundo ha perdido por las lluvias».