El sureste de España está sufriendo un mal tiempo con fuertes lluvias e inundaciones. Al menos 60 personas ya han muerto, entre ellas dos niños y bebés. Varias personas también quedaron atrapadas anoche en sus coches, entre ellas la valenciana Teresa Lizondo, de 37 años. “Nunca antes había experimentado esto”.
Teresa Lizondo se encuentra sana y salva con sus padres en el centro de Valencia, donde el temporal ya ha amainado. Ha estado hablando por teléfono con familiares y amigos todo el día para comprobar si están bien y asegurarles que ella está bien. Ayer, cuando quería viajar desde Valencia a su casa en Murcia, ella y sus compañeros de viaje también se vieron afectados por un diluvio en el camino. “Salimos de Valencia a las 18.40 horas y todo transcurrió con normalidad”, testifica. “Por la mañana ya había dejado de llover, así que estábamos bastante cómodos”.
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Pero a medida que se alejaban del centro, la situación cambió repentinamente. “Las pequeñas calles de la zona estaban inundadas y los coches flotaban por ahí. Íbamos por la autopista, donde podíamos circular bien, hasta que en cierto momento el carril cambió de tres a uno, porque el agua también había llegado a la autopista”. El conductor redujo la velocidad, pero al cabo de un rato el coche quedó atrapado entre todos los demás vehículos. Teresa y su grupo no tenían adónde ir y vivieron momentos de ansiedad. “El conductor intentó girar el coche, pero no pudo. Nos quedamos atrapados y vimos cómo subía el agua”, dice. “Cuando el agua nos llegó a las caderas, cogimos nuestras cosas y salimos del coche por la ventana”.
Solidaridad
En mitad de la noche se pusieron a salvo en la mediana elevada y caminaron, junto con otras personas que habían dejado sus coches, hasta un puente cercano. “Había muchos niños, ancianos y mujeres embarazadas sin agua ni comida. Afortunadamente hubo mucha solidaridad. Hacía frío y nos refugiaron en un autobús que también estaba atascado, pero no inundado. Los conductores de camiones y autobuses distribuyeron agua y alimentos a quienes los necesitaban. Tampoco pudimos comunicarnos con los servicios de emergencia, así que hicimos lo que pensamos que era correcto”.
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No fue hasta las 3:30 de la madrugada que el tráfico volvió a moverse. “Bajamos de un autobús y nos subimos a uno que intentaba dirigirse a Valencia. Cuando el agua desapareció, dejó un rastro de destrucción. La carretera estaba llena de coches, basura e incluso muebles. Todos se arremangaron para despejar el camino al autobús. Media hora más tarde estaba de nuevo en el centro de Valencia, donde el agua ya ha desaparecido”.
Teresa se da cuenta de que ha escapado de una tragedia y observa con tristeza. “Vi imágenes de personas nadando o arrastrándose hasta el techo para ser rescatadas. Tuvimos suerte de poder salir a tiempo del coche e ir a una zona más alta. Casi no puedo creer las imágenes. Nunca antes había experimentado esto. Nos habían advertido que iba a llover mucho, pero nadie lo vio venir”.
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