“He identificado una emergencia: la lucha contra el ausentismo”. El Ministro de la Función Pública, Guillaume Kasbarian, reveló, el domingo 27 de octubre, las líneas generales de las nuevas economías que pretende imponer en los servicios públicos. Prevé incluir en el proyecto de ley de finanzas de 2025, actualmente en examen en la Asamblea Nacional, una reducción de la cobertura de las bajas por enfermedad de los funcionarios y sus colegas contractuales.
“Hoy en día, los funcionarios faltan una media de 14,5 días al año, frente a los 11,6 días de los empleados del sector privado”defendió el ministro, en una entrevista concedida a Fígaro. “La brecha se ha ampliado entre el servicio público y el sector privado” durante la última década, insistió, de ahí su deseo de“alinear el régimen de la función pública con el sector privado” en términos de periodos de carencia y retribución de las ausencias por motivos de salud (excluidas enfermedades graves, invalidez, embarazo, etc.).
¿De dónde vienen estas cifras? Aparecen casi idénticamente en un informe publicado a principios de septiembre por la Inspección General de Finanzas (IGF) y la Inspección General de Asuntos Sociales (Igas): “El año 2022 marca una desconexión entre el sector público y privado con un promedio de 14,5 días de ausencia por motivos de salud durante el año por empleado público frente a 11,7 días por empleado en el sector privado”. Se trata de una diferencia de 2,8 días, y no de 2,9, como afirma Guillaume Kasbarian.
El informe del IGF y del Igas aporta algunos matices que el ministro dejó de lado en la entrevista. Por un lado, esta brecha entre lo público y lo privado es muy reciente. Hasta 2019, las ausencias por motivos de salud estaban“alrededor de 8 días (…) por agente o empleado” por año, sin diferencias destacables según el sector. Luego subieron de manera relativamente uniforme, antes de que el sector privado se estabilizara por debajo de los 12 días a partir de 2021, mientras que el público se disparara a 14,5. El argumento del ejecutivo se basa únicamente en el período 2020 a 2022, del cual “Cabe destacar el impacto de la crisis sanitaria”señala el informe. En 2023, la tendencia comenzaría a disminuir nuevamente, tanto en el sector público como en el privado.
Por otro lado, los tres componentes del sector público viven situaciones dispares. Las ausencias son más acusadas en la función pública hospitalaria (hospitales, residencias de ancianos, etc.), con 18 días de ausencia por agente de media en 2022, así como en la función pública territorial (administraciones locales, departamentos, regiones, etc.) , con 17 días. Por el contrario, la función pública estatal (ministerios, prefecturas, docentes, etc.), donde el personal es más numeroso, experimenta niveles de ausencia más bajos, con una media de 11 días, menos que en la privada.
¿Cómo podemos explicar la brecha observada recientemente entre el sector público y el privado? La diferencia radica esencialmente en el perfil de los agentes y la naturaleza de sus puestos. El servicio público está marcado por “mayor feminización”así como“una edad media (44 años) tres años superior a la del sector privado”tenga en cuenta el IGF y el Igas. Además, sus vertientes hospitalaria y territorial emplean una proporción menor de profesionales superiores, así como agentes “Sufren con más frecuencia enfermedades crónicas o son miembros de una familia monoparental que los empleados del sector privado”según el informe.
Todos estos factores de fragilidad son “reconocido en la literatura [scientifique] como un impacto en el nivel de ausentismo de los empleados”subrayan los autores. Así, en 2015, un estudio de Drees puso de relieve la mayor utilización de mujeres en situación de baja por enfermedad, en particular debido a ausencias relacionadas con el embarazo.
Estos perfiles y características del puesto “explican el 95% de la brecha en las tasas de ausentismo” entre el sector privado y las funciones públicas del Estado (FPE) y hospitalarias (FPH), propusieron el IGF y el Igas. En cuanto a la brecha entre el sector privado y el sector público territorial, el 53% de la misma resulta de estas variables (edad, sexo, tipo de contrato, categoría socioprofesional, título, enfermedad crónica y tipo de hogar).
Queda por entender el resto del abandono. Las Igas y el IGF sostienen que“una parte de esta brecha residual podría estar justificada por otros características” que no se pudo explorar en esta etapa debido a la falta de datos disponibles. Podemos pensar en la ardua tarea del trabajo y la exposición a riesgos profesionales. En 2021, el Tribunal de Cuentas estimó que estos dos criterios “podría explicar la sobrerrepresentación” de determinados funcionarios territoriales. Ella citó en particular “agentes de categoría B y C de la policía municipal, bomberos y salvamento y servicios de primera infancia”.
Los sindicatos plantean fácilmente la cuestión de las condiciones laborales. “Los recortes de empleo sufridos durante años, la reestructuración permanente, el debilitamiento, por no decir la eliminación de la medicina preventiva, la sobrecarga de trabajo y la falta de recursos materiales son las causas del deterioro de la salud de los agentes”enumeró FO Civil Service, a principios de septiembre, tras la publicación del informe del Igas y del IGF.
“Haríamos mejor en abordar las causas del ausentismo en el servicio público, vinculadas a las condiciones de trabajo, en lugar de encontrar medidas que no compensen los miles de millones que faltan”denunció el lunes la Función Pública de la CGT, citado por la AFP. El ministro Guillaume Kasbarian se declaró dispuesto a iniciar este proyecto y prometió “medidas de acompañamiento”, relativas en particular a “condiciones de vida en el trabajo”. “Estos son temas igualmente importantes” Esto se debe a la disminución de la cobertura de las bajas por enfermedad, afirmó el martes en RTL.
Por último, ¿qué pasa con las órdenes de conveniencia que se emitirían a las personas “OMS es no estas enfermo”como denunció el ex ministro de Finanzas Bruno Le Maire, en junio de 2023? Al mismo tiempo, su Ministro Delegado de Cuentas Públicas, Gabriel Attal, había mencionado por su parte “paradas falsas” a menudo tomado “Lunes o viernes”sin más detalles. No hay datos sólidos para cuantificar estos “abuso”ni su prevalencia por sector.
Negarse a hablar de“el confort se detiene”Guillaume Kasbarian sugiere que alinear el período de espera con el del sector privado, es decir los tres primeros días de paro no cubiertos por la Seguridad Social, podría disuadir a los más entusiastas de presentar su solicitud. “El establecimiento de una jornada de espera tuvo cierta efectividad cuando se implementó en nuestro país”dice el ministro. Este sistema, introducido en la función pública en 2012 bajo Nicolas Sarkozy, fue abolido en 2014 bajo la presidencia de François Hollande y luego reinstaurado por Emmanuel Macron.
“La introducción del día de espera resultó en una reducción de alrededor del 11% en el prevalencia de bajas laborales inferiores a tres días y en torno al 10% de las prevalencia de bajas laborales inferiores a cuatro días”permitiendo un ahorro de 134 millones de euros en 2023, según el informe de Igas e IGF. “Sin efecto significativo” Por otra parte, no se observó “en escalas de menos de dos días y en escalas de más de tres, cuatro, cinco, seis o siete días”.
Por su parte, el INSEE también concluyó en 2017 que la implementación del día de espera entre 2012 y 2014, debido a su “efecto disuasorio”tenía “provocó una caída significativa en las ausencias de dos días” en la función pública estatal. Por el contrario, las ausencias de entre una semana y tres meses “han aumentado”. Finalmente, el dispositivo “no cambió significativamente la proporción de agentes” ausente durante una semana determinada. Por tanto, el organismo público planteó la cuestión de la eficacia sanitaria de la medida: “Algunos agentes que experimentan un problema de salud podrían dudar en dejar de trabajar para tratarse a sí mismos. Su estado de salud se deterioraría y, en última instancia, provocaría períodos de ausencia más prolongados”. ¿Vale la pena correr el riesgo? Corresponderá a los parlamentarios decidir cuándo votar el presupuesto.