El técnico español es criticado en las redes sociales por haber respondido a un periodista de Canal + que no tenía intención de explicar su táctica durante la derrota del club capitalino ante el Arsenal el martes por la noche.
«No tengo intención de explicar mi táctica, porque no la entenderías.» Unos minutos después de la derrota del París-SG en el césped del Arsenal (0-2) el martes 1 de octubre, el técnico español del vigente campeón de Francia, Luis Enrique, envió a un colega de Canal +, que se había manifestado previamente en “rigidez» y «la ausencia de desbordamiento de funciones» del marco táctico parisino durante esta velada londinense.
Desde entonces, Luis Enrique ha ido retomando las redes sociales. Y la corporación de periodistas no se queda al margen, señalando el relativo desprecio que le tiene el ex entrenador de la selección española. Es cierto que un medio de comunicación nunca es más que un intermediario entre el público en general y los actores del juego. Y que Canal + paga caro (480 millones de euros por temporada) los derechos de retransmisión de los partidos de la Ligue des Champions, así como las pocas palabras pronunciadas por el técnico justo después del pitido final, mientras los periodistas de la prensa escrita esperaban. Tres horas para que este mismo entrenador los aborde. Luis Enrique no es precisamente un interlocutor agradable con los periodistas (hombres y mujeres, lo que ayuda a descartar sospechas de sexismo relacionadas con la secuencia del martes por la noche), es cierto, nos habían advertido nuestros compañeros españoles. También es su derecho.
Un entrenador que no habla es ante todo un entrenador que no miente
Como abreviar el carnaval – sopesamos las palabras – que sigue a los partidos de este nivel, los elementos del lenguaje entregados por metro, las consideraciones pseudotácticas para tontos (“La idea era tener el balón” sin perder el tiempo?) o oraciones ya hechas (“Estamos decepcionados por haber perdido”, “Volvimos al campo en el segundo tiempo con mejores intenciones”, “Nosotros ponemos los ingredientes”…) que los periodistas de la prensa escrita se repiten durante los tres periodos antes mencionados para reír y esperar a la espera de que lleguen los jugadores o el entrenador. Éste es el postulado de Euclides en el fútbol a estas alturas: un entrenador que no habla es ante todo un entrenador que no miente.
Y Luis Enrique pone a todos al mismo precio, a diferencia de algunos de sus compañeros (empezando por uno de sus antecesores en Paris-SG) que compran un poco de influencia en los medios dejando pasar ciertas cosas extraoficialmente. a interlocutores seleccionados. El martes por la noche cumplió su papel al máximo: alienando a todos en una frase, eclipsó en parte el mediocre partido de su equipo ante el Arsenal y ese es el tipo de señuelo que los entrenadores dominan a la perfección. El día anterior también había mantenido la misma línea transparente lanzando una pequeña bomba en una conferencia de prensa: “No estoy aquí [au Paris-SG] ganar la Liga de Campeones, sino construir un equipo. Y respaldar una política sin estrellas (y por tanto sin grandes jugadores) elaborada por los propietarios cataríes del club, de los que él es sólo el celoso empleado. Luis Enrique todavía a veces puede mandar al mundo entero al infierno, merece ser escuchado más que muchos otros.