Fue hace exactamente un mes. El 7 de diciembre, tres estudiantes –de informática, psicología y química– fueron acusados de “asociaciones criminales terroristas”, sospechosos de haber planeado un atentado terrorista en el territorio. Ningún objetivo había sido detenido pero plantearon, en sus discusiones, la posibilidad de atacar la sede de la DGSI o el ayuntamiento de Poitiers con artefactos explosivos, en referencia a la batalla del 732 donde Carlos Martel rechazó a los sarracenos. Este proyecto fue el noveno y último proyecto de ataque violento dirigido a Francia en 2024.
“Desde 2017, se trata del mayor número de atentados frustrados”, indicó este martes el ministro del Interior, Bruno Retailleau, en una entrevista concedida a parisino con motivo del décimo aniversario de los ataques contra Charlie Hebdo e Hypercacher. Y para insistir: “La amenaza terrorista nunca ha estado tan presente”. Una observación también elaborada por la Fiscalía Nacional Antiterrorista (Pnat): en diciembre, precisó que el número de procedimientos abiertos “en materia de litigios yihadistas” había aumentado un 55%, pasando de 38 en 2023 a alrededor de sesenta el pasado año.
“Implementación de sistemas adecuados”
Este aumento se explica, en particular, por la organización el pasado verano en París de los Juegos Olímpicos (tres de los proyectos frustrados tenían como objetivo este evento), pero también por el contexto internacional y, en particular, por la guerra entre Hamás e Israel. “La amenaza terrorista nunca ha desaparecido, es muy fuerte desde hace más de diez años, pero el ataque de Hamás en Israel contribuyó a empeorar la situación”, analiza una fuente especializada. La evolución de la situación en Siria, tras el derrocamiento del régimen de Bashar al-Assad, también está siendo observada muy de cerca por los actores antiterroristas. En este contexto turbulento, se está siguiendo de cerca la posible recomposición del Estado Islámico o el surgimiento de grupos terroristas competidores.
lunes, en una nota enviada a los prefectos que 20 minutos pudo consultar, Bruno Retailleau les pidió extremar la vigilancia, especialmente durante las grandes reuniones. Refiriéndose expresamente a los atentados con coches que tuvieron como objetivo un mercado navideño en Alemania y Nueva Orleans la víspera de Año Nuevo, pide que se garantice “la implementación de sistemas adecuados para proteger contra los ataques terroristas y garantizar la seguridad”: filtrado de acceso, protección de vídeo , plan de tráfico… Desde marzo de 2023 y el atentado contra una sala de conciertos en Moscú, el plan Vigipirate ya está en su máximo: “ataque de emergencia”.
De la acción planificada a una lógica más individualista
Si diez años después de la ola de ataques más mortífera que haya conocido Francia, la amenaza sigue en su punto máximo, no obstante ha evolucionado. El año 2015 estuvo marcado por una lógica de comandos proyectados –es decir guiados a distancia– desde el extranjero: la zona iraquí-siria por los ataques reivindicados por el Estado Islámico, Yemen por los hermanos Kouachi, autores de la matanza de charlie hebdo. “El debilitamiento de estos grupos, y en particular del EI, hace que este modelo sea menos significativo. Ya no tienen los mismos recursos financieros y humanos para montar operaciones como las del 13 de noviembre”, confió recientemente una fuente de seguridad.
A partir de ahora, estos grupos terroristas se caracterizan por su capacidad de reclutar a ciudadanos franceses a distancia, especialmente en las redes sociales, y de empujarlos a llevar a cabo acciones violentas individualmente o en grupos muy pequeños. Los asesinatos en masa con armas de guerra ya no son el modelo predominante: caros, que requieren conexiones para obtener equipos, más tiempo para su instalación… son detectados más fácilmente por servicios especializados. Por lo tanto, los grupos terroristas empujan a los candidatos a la yihad hacia acciones locales, con cuchillos o un vehículo de embestida.
Perfiles cada vez más jóvenes
Los actores antiterroristas también han constatado unánimemente un rejuvenecimiento de sus perfiles. Los tres jóvenes detenidos en diciembre tenían 19 y 20 años. En marzo, un adolescente de 14 años, sospechoso de planear un atentado contra un centro comercial en Lille, fue acusado de “asociación criminal terrorista”. El mismo mes, la DGSI detuvo a otros tres menores: estaban vinculados con belgas que planeaban un atentado contra una sala de conciertos en Bruselas.
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“Mientras que hace apenas unos años los menores imputados en materia terrorista se podían contar con los dedos de una mano, tuvimos 15 en 2023 y 18 en 2024”, detalló el PNAT en diciembre. AFP.