Tiene una forma encantadora de hablar de su trabajo, Brigitte Fossey. “Es como el mar, el oleaje. Estoy plenamente ahí y luego desaparezco, me retiro. Me encanta esta alternancia”, explica. Luego de 70 años de carrera, la actriz se siente realizada. Ella recuerda su filmografía con alegría y sabiduría, sin arrepentimientos. “Todos los roles que acepté, quería hacerlos. No hay papeles pequeños, sólo pequeñas interpretaciones. A veces son papeles breves pero apasionantes”.
“Mi profesora de teatro me dijo: si tienes miedo, envejecerás. Si no lo eres, nunca serás viejo”.
Acepta con gusto volver a las películas de culto que protagonizó. “La Boum no es una película que me moleste. Era la comedia que había estado esperando hacer durante mucho tiempo. Fue mi primer papel de comedia en el cine. Un papel que casi no aceptó cuando Claude Pinoteau se lo ofreció, a los 32 años. “Me dije: tengo una hija de 11 años, no voy a hacer el papel de madre de 13 años. Fui increíblemente coqueta y estúpida. Mi profesora de teatro me dijo: si tienes miedo envejecerás. Si no lo eres, nunca serás viejo. Debes llegar temprano. Fue un detonante y desde entonces no me ha importado. No me importa si soy viejo o joven, hago lo que quieras, subo de peso, bajo de peso para los papeles. Tenía toda la razón. Los roles suceden adentro, no afuera”.
En el mundo del cine, no siempre amable con las actrices que envejecen y con los papeles que les corresponden, aquí también Brigitte Fossey da un paso atrás y defiende una posición atípica. “Si algo sale a la luz, hay que captarlo incluso si no coincide exactamente”. Y para citar la fábula de la garza de La Fontaine: “Ten cuidado de no desdeñar nada cuando tengas más o menos tu cuenta”.
“Cuando filmé en Juegos prohibidos, mucha gente quería agarrarme, tomarme en brazos, abrazarme (…) Sentí que no era normal”.
En un momento en el que las actrices también hablan de la violencia que sufren en el cine, Brigitte Fossey sabe que está relativamente salvada. “A los 5 años, cuando filmaba en Jeux Interdits, había mucha gente que me rodeaba, como moscas alrededor de una luz, a veces la gente quería agarrarme, querían tomarme en sus brazos, me Quería abrazarme ‘dame un besito en el cuello’ y sentí que no era normal. Respondí. No y dije, solo beso a mi mamá y a mi papá. No sé por qué, siempre he estado a la defensiva. Cuando comencé esta profesión a los 18 años, empezó de nuevo con naturalidad, pero no tenía miedo… Había reglas en casa. Lo más importante para mis padres era respetar a los niños. “
De sus padres quizás también le venga el humor y el entusiasmo que la caracteriza. Un padre, profesor de inglés y alemán, hecho prisionero durante la Segunda Guerra Mundial. Una época que vivió los bombardeos de Boulogne-sur-Mer. “Incluso durante la guerra, siempre mantuvieron el humor”, señala Brigitte Fossey. “En paz descubrieron la alegría, la gimnasia, el teatro. Eran locamente felices sin nada, ricos en su ideal, en su necesidad de celebrar la vida”.
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