lo esencial
Elon Musk, el hombre más rico del mundo y ministro de Donald Trump, no deja indiferente a ningún estadounidense. Desde quienes lo admiran hasta quienes le disgustan, el informe de nuestro corresponsal en Estados Unidos, Vincent Piala.
Christopher ha vivido y residido en Nueva York desde su nacimiento hace 34 años. Este votante demócrata convencido posee un Tesla, que utiliza en particular en su actividad profesional: es conductor de VTC. Desde hace unos días, este treintañero pega en la parte trasera de su vehículo una pegatina que dice: “Compré este coche antes de que se volviera loco”. “Él” es Elon Musk, el dueño de la marca de automóviles, que cambió de rumbo en los últimos meses y acabó apoyando a Donald Trump en su carrera hacia las elecciones presidenciales.
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Christopher no es el único que se desvincula públicamente de Elon Musk: las ventas de pegatinas de este tipo se han disparado últimamente en Internet. “La imagen de Tesla está muy unida a la de Musk, y casi me avergüenzo de haber contribuido al éxito de un hombre que resulta ser todo lo contrario de todo en lo que creo”, explica el conductor de VTC. He recibido algunos comentarios, en la calle, y también algunos gestos obscenos, de personas que personifican su disgusto hacia Musk a través de sus coches. Para mí era importante mostrar públicamente mi rechazo a quién es él. Cuando haya amortizado la compra del vehículo, es probable que lo revenda por otra marca. »
“Si tomas una posición, tendrás que pagar el precio”
Su implicación en política constituía un gran riesgo para Elon Musk. Una encuesta de la NBC realizada antes de las elecciones presidenciales materializó este peligro: sólo el 6% de los demócratas tienen ahora una buena imagen de él, mientras que hace tres años todavía eran el 20%. Por el contrario, su popularidad se disparó entre las filas de los votantes republicanos: del 30% al 62%.
“Si simplemente miras los números y no sabes a quién se refieren, podrías pensar que es una figura clásica del Partido Republicano”, señala Jeff Horwitt, uno de los autores del estudio a través de Hart Research. Pero el problema es que no es un político, está involucrado en muchos sectores de la sociedad estadounidense, en nuestra vida personal y en la del gobierno, y es un problema grave concentrarse en torno a su persona figuras que muestran tanta división. Así es la política hoy: si adoptas una postura, tendrás que pagar el precio. »
El propio Elon Musk era bastante consciente de la incómoda posición en la que se estaba poniendo. “Si pierde las elecciones, estoy jodido: me pasé el tiempo despotricando sobre Kamala…”, espetó al margen de una entrevista con el podcaster conservador Tucker Carlson unos días antes de las elecciones. “Cuando quieres trabajar con el gobierno o a través de asociaciones público-privadas, convertirte en una personalidad tan divisiva hace que trabajar con personas del otro lado sea más complicado”, señala Jeff Horwitt.
Una “mente perturbada”
Elon Musk ha sido objeto de numerosas críticas desde que compró Twitter, que rápidamente rebautizó como X. Se le acusa, en particular, de hacer un mal uso de la plataforma con fines ideológicos. Musk, en particular, fue a la guerra contra el wokismo, al que llama “virus”, culpable según él de haber contribuido al cambio de género de su hija, y con el que cortó todo vínculo: Vivian Jenna Wilson se convirtió en Estados Unidos -Unis en una de los más feroces opositores de su padre, difundiendo numerosos mensajes en las redes sociales mostrando sus mentiras y falsedades…
En Estados Unidos, país que lo ha adoptado, Elon Musk siempre ha dividido. Algunos quieren retratarlo como un genio visionario, mientras que otros prefieren subrayar que él no creó ninguna de sus empresas, sino que simplemente las compró antes de hacerlas crecer a costa de una gestión extrema. Los informes de los medios, basados en confesiones de antiguos familiares como el autor Sam Harris, destacan la grave adicción a las drogas y la “mente perturbada” de Musk.
Propensiones conocidas por todos en el mundo fuera de la tecnología y del ecosistema de Silicon Valley donde vivió durante mucho tiempo Elon Musk, pero que sólo salieron a la luz cuando el emprendedor se lanzó a la política. Para bien y para mal.