Por Justine Feutry
Publicado
Hace 1 hora,
actualizado a las 13:09
La actriz que va a dirigir su primera película y que apuesta por el acceso a la renovación energética echa una mirada sin nostalgia a su vida.
Entrevistado esta semana en las páginas de la revista. Gala Emmanuelle Béart volvió al hecho de envejecer. Y si para algunas personas llegar a los sesenta puede resultar difícil, la actriz de 61 años parece bastante serena. “Lo bueno de las edades es que te hacen mover. Antes me preguntaba qué hacer conmigo misma: tenía que elegir una carrera, tener hijos, pasar por etapas como todos. Me sentí mejor a los cuarenta, encontré una especie de ancla y luego fue creciendo”. Antes de agregar: “Es muy hermoso mirar hacia atrás y ver sesenta años de logros detrás de ti”.
La actriz incluso parece libre de presiones relacionadas con su carrera y lo que se esperaba de ella como actriz. “Estuve cuarenta años haciendo cine y teatro, corriendo, queriendo ser amado, agradar, estar en el deseo de los demás. Y entonces llego a este momento de egoísmo necesario para la realización personal, a esta edad en la que encontramos nuestro propio placer”. Emmanuelle Béart, por tanto, abraza esta nueva etapa de la vida sin ansiedad. “No me importa envejecer, no hago deporte, pero quiero mantenerme en forma. Viene por curiosidad. Allí estoy escribiendo mi primera película, es otra nueva aventura. Hoy me siento más libre sin desapego”.
¿El otro secreto de esta serenidad? Su vida privada. La que también es madre de dos niños y una niña dice: “Mi vida privada es fuerte y poderosa”. Y es también el amor el que le permite seguir adelante sin temer lo que suceda después. Según recuerda, mantiene una relación con su marido desde hace catorce años. [le réalisateur et scénariste Frédéric Chaudier, NDLR]. “Es bueno envejecer con alguien. Me encanta la vida cotidiana en nuestra relación. Para mí es mágico cepillarme los dientes uno al lado del otro, no me asusta en absoluto”. Una serenidad que, según recuerda, también es posible porque lleva “una existencia privilegiada” que le permite viajar y hacer el trabajo que ama.
Tantas bases sólidas que le permiten no sentir nostalgia. “Hay mucha gente a la que le gustaría que te quedes en la fantasía de lo que alguna vez fuiste. […] Lo siento sin preocuparme por ello. Así es la vida, así es. Nos hacemos viejos y ya está”.