Más allá de la intensidad de los decorados, la actriz se muestra muy tranquila y encuentra entre sus seres queridos un remanso de paz al que recurrir en cualquier circunstancia. “Tengo la suerte de tener una familia que está muy presente para mí. Intento poner marcadores alrededor de mi hijo. No paso más de cuatro noches lejos de él cuando está con mi padre”. Hace unos meses, luego de una serie de filmaciones y giras promocionales, se tomó un descanso. “Solo actué en la serie de Lena Dunham, Demasiadocon Emily Ratajkowski y Megan Stalter, en Londres. Luego me di algo de tiempo libre. Pude disfrutar de mi hijo y de la vida cotidiana con él. Al principio quería que pasáramos unas vacaciones increíbles, pero entendí que eso no era lo principal. Un niño de 7 años, lo que quiere es que lo bañen, le cocinen, lo acuesten. Quiere la vida cotidiana, quiere “nada mal”. Quiere venir a la escuela y ver tu cara cuando te vayas. Hoy sé que cuando tengo períodos intensos cuando trabajo, estoy dispuesto a no leer guiones por un tiempo para estar cerca de mi hijo”.
Entonces, ¿hay dos Adèle Exarchopoulos? ¿De un lado, la actriz, llena de una ardiente pasión por la creación y el cine, y del otro la madre, más paciente y sensible a la belleza de lo banal? ¿Son estos dos roles dos caras de la misma moneda? “No tengo una fuerza silenciosa de paciencia en lo más profundo de mí. Me gusta la urgencia de vivir, de tomar decisiones. Ser madre requiere que tengas paciencia. Cuando cada mañana tienes que repetirle diez veces a tu hijo: ‘¡Ponte la ropa interior, ponte la ropa interior!’, en un momento dado, aprendes a encontrar diversiones, a encontrar juegos”. A veces la madre y la actriz deben tener un diálogo interno para encontrar puntos en común. “La pregunta que me hago ahora, antes de aceptar un proyecto, es si realmente merece que se ponga en marcha una logística para poder ver a mi hijo, que está en el colegio. Creo que no hablamos lo suficiente sobre el hecho de que es un trabajo en el que estamos mucho ausentes. Debe ser lo mismo para los padres. Es un tema súper complejo”.
Adèle Exarchopoulos siempre parece haber aceptado su condición de estrella a medias, viendo el riesgo de perder más de una parte de ella. Tras el éxito de La vida de Adelavolvió a vender bocadillos con su padre en Bercy. Una experiencia breve que ya decía algo de su personalidad, un deseo de no volver la espalda al mundo en el que se había afirmado cuando era más joven. “El cine, para mí, no es vida. No busco ser enterrado junto a mi César. En mi familia hay tanto lugar para mí como para mis hermanos, que trabajan en climatización o fontanería. Cuando llego a casa, siempre tengo que ir a buscar pimientos para que mi papá termine de cocinar y siempre tengo que cambiar la jaula de los canarios de mi hermano pequeño. Sigo siendo la hija de mis padres y ese es mi mejor papel”.
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